COLABORACIONES

 

MI PRIMO JAVIER, ME REMITE UN EXCELENTE RELATO DESDE LA LINEA DE LA CONCEPCIÒN (CÀDIZ),

EL CUAL REPRODUZCO CON MUCHO GUSTO A CONTINUACIÒN, CON MI FELICITACIÒN POR TAN  MAGNÌFICO TRABAJO.

 

Fco. Javier MONTESINOS GARCIA

 

 

Portada y contraportada de la revista EL CULTURAL de la LÌNEA 

 

Nota de mi primo,  Francisco Javier MONTESINOS GARCIA, autor del relato RECUERDOS

adjunta a la revista que tan amablemente me ha remitido, en la cual me invita a colaborar en tan

magnifica publicaciòn de LA LINEA DE LA CONCEPCIÒN (Càdiz). Gracias querido primo

por tu amabilidad y, enhorabuena por tan entrañable  relato que publico a continuaciòn.

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RECUERDOS

Fco. Javier Montesinos García

Abril 2023

 

Dicen que nací al compás de una soleá, en un lugar cualquiera, con voces

de luna llena, despacito, como se suele nacer…sin na… Sobre dunas de

arena fina y brisas con olor a mar. En tierra de hombres fuertes, en tierra

de mujeres valientes. Crecí al pie de una gran roca y cuentan que poco a poco me fui rodeando

de gente que me abrazaba y me adoptaba como la lapa se agarra a la

piedra que le sirve de sostén y de albergue. Esa gente, a la que yo veía e

igualmente sentía que con el paso del tiempo sería mi gente, esa que te

acompaña y que crece junto a ti a lo largo de una vida.

A medida que pasaban los años todo cobraba vida. Brotaban casitas

sencillas, juntas, compañeras. Hechas de chapa de hojalata, madera y

cartón y a veces de mampostería a base de piedra y mortero de cal y arena.

Los amaneceres eran un soplo de energía que contagiaba a la chiquillería

en las mañanas del mes de Julio, acompañadas por los cascabeles de las

cabras de Pepe el lechero quien las paseaba por las calles, ordeñándolas

en la misma puerta de la casa atendiendo a las demandas de las vecinas.

El desayuno con café de pucherete o de malta, según procediera de

Gibraltar o de la península, acompañado del pan migao, era todo un

acontecimiento. A veces, las menos, la rebaná se untaba con manteca del

“Pato” y otras era el “pan inglés” el que se veía pringao.

Antes de que el sol apretara, tocaba preparar los avíos para lavar la ropa.

Alrededor del pozo que las presidía majestuoso en el mismo centro, las

mujeres colocaban su baño de cinc, el jabón lagarto, la tabla de lavar y por

supuesto…agua. Agua de ese manantial que con tanta alegría nos regalaba

a través del cubo o “cantín”, como se le decía por esta tierra, tirado por

una cuerda o cadena que pasaba por una carrucha a menudo procedente

del arsenal de Gibraltar. Todas las vecinas se reunían en un corrillo regado

por los comentarios de algunas, alegres en la mayoría de los casos y no

tanto en otros, que también los había.

—María, hoy tengo “moruna” pa la comía..., decía alguna.

—Po yo voy hacer “en blanco” y jureles azaos, respondía la Pepa.

—Papas fritas y huevos pa mi Manolo y pa mí, espetaba Encarna con la

alegría de quien hace su primera comida de recién casada.

En la sombra, en un rincón sentaíta, en silencio, con rostro arrugado y

sereno, enjuto y cargado de historia, señora Carmen vestida de riguroso

luto, descansaba sus muchos años. Con la mirada casi perdida, escuchaba

atenta los diálogos de las lavanderas asintiendo con la cabeza, quizás

recordando sus tiempos de mocita y disfrutando de los chascarrillos de unas y otras.

—Niña ¡¡caña pa los cordeles!!… Ahí llegaba la Angustias, la gitana que con

su chavalillo enganchao a la cadera iba pregonando sus canastos y sus

cañas. Como casi todos los días, se sentaba en el suelo junto a las demás

mujeres para darle la teta al chiquillo y recogiéndose el refajo para descansar… ¡eran otros tiempos…!

¡¡María, Zardinaa pa la moruna!!...¡¡Jurelee pazarloo!!... Con voz potente,

el Motrilico, el Caba, Los Periquenes…, proclamaban su pescado procedente de la Atunara o del Espigón… descalzos, con el pantalón

remangao y mojao todavía, después de la subasta a la orilla de la mar,

orgullosos del producto que siempre ofrecían, fresco, saltando…

Mientras, los chiquillos aprovechaban para dar rienda suelta a sus juegos.

La rayuela, la comba, el esconder, el rescatar, los meblis, las marcas, el

trompo, a la una mi mula, el palicache…y el que tenía un balón…al fútbol

con los elegidos, …¡¡Madre mía qué juegos!!

A la hora de preparar la comida, el anafe echaba fuego y nunca mejor

dicho, avivado el rescoldo del carbón por el soplillo que alegremente

abanicaban las mujeres al son de la radio. Las coplas sonaban, a la vez que

cualquiera de las oyentes tomaba la iniciativa siguiéndolas a porfía con la

tonadillera o el cantaor, según tocara. ¡¡Y anda que no cantaban bien!!

A las dos y cuarto en punto de la tarde y como un invitado más a la mesa,

ahí sonaba, con interferencias, pero sonaba. La BBC de Londres, daba el

parte en español que la mayoría escuchaba atenta, en busca de noticias

por aquel entonces desconocidas en esta parte del mundo.

Poco a poco llegaba la bendita siesta, echada sobre una manta en el suelo

y acompañada de los discos dedicados de “Radio Juventud”. El Dúo

Dinámico, Antonio Machín, Jorge Sepúlveda, José Guardiola, Bonet de San

Pedro…custodiaban el sueño reparador de un rato hasta la hora de la

merienda preparada a base de té escardao con leche y pan con chocolate.

De vez en cuando era el “pescao frito de un día pa otro” el que presidía la

mesa... ¡¡Y qué bueno estaba!!

Llegaba la fresca. Cada una de las vecinas, a la misma hora y como un

ritual diario en las tardes del estío, sacaban sus “regaeras" hechas de

hojalata y extrayendo el agua del pozo por turnos, la esparcían sobre sus

macetas y arriates que agradecían el líquido elemento enseñando

orgullosas sus hojas verdes. Los geranios, los claveles, las rosas, las

azucenas…parían sus flores que más tarde se convertían en un festival de

colores más bonitos que la “ma”.

Al anochecer, una vez regresados los hombres del trabajo en Gibraltar la

mayoría y algunos de otras partes del rededor, se sentaban en sus

puertas, ya aseados, función que se desarrollaba en la palangana

dispuesta en el cuarto que servía de comedor de día y de dormitorio de

noche, cuando no de retrete en cualquier momento, compuesto de un

cubo con una tabla. Sí, así eran. Casas humildes, chiquititas, con un cuarto

o dos y cocina, pero limpias como el jaspe. Blancas por fuera y relucientes

por dentro, a golpe de “jocifa”.

Eran variopintos los temas de los que se hablaba, aunque suficientes para

iniciar la agradable charla nocturna.

Mientras los contertulios hablaban, a un lado, y con la mirada atenta, Señó

Gaspar liaba su cigarro con parsimonia, con papel de “La llave” y tabaco

de “Monte Carlo” en picadura. Recordaba quizás, momentos inolvidables,

escuchando al “Chaqueta”, o a la “Paca” –hija del “Cojo Málaga”- nacida y

criada en el Castillo España. Gitana de pura cepa que iba por las calles y

tabernas, regalando sus cantes con sabor y voz preñados de duendes y misterios…

En alguna reja que daba a la calle, las mocitas casamenteras,

aprovechaban la complicidad de la noche para hacerse querer por el

pretendiente que ansioso de robar un beso de su amada, hacía mil

peripecias a través de los barrotes.

En otra parte, mirando pa levante, un hermano mío veía cómo en los

rincones se amontonaban los artes de pesca, cómo Frasquito el “Cajaséis”,

volvía de su faena en la mar, cansado y cargado del “pescao pa la casa”,

donde María Morales le esperaba para aviarlo.

Poco a poco, la oscuridad se hacía fuerte y el olor a jazmín o de la dama de

noche que casi siempre crecían en uno de los rincones, prendaba cada una

de las casitas como señal de que tocaba descansar. A veces, algunos

vecinos hablaban en voz baja hasta bien entrada la noche y la voz de la

Pepa, sonaba entre los susurros cantándole una nana a su niño, al compás

del lento traqueteo de una silla de enea, bajo una humilde lámpara hecha

con una bombilla colgada de un cable rodeado con papel de cometa,

atado a modo de embutido. Mi niño se va a dormir, no tiene pare ni mare…

Las noches pasaban custodiadas por Pepe el “guarda calles”, que se le

decía por aquel entonces al sereno. Armado con su porra de acebuche,

acompañado por su fiel pipa, velaba el transcurso de las noches y por la

mañana, no sin antes tomarse su copita de aguardiente, se marchaba

susurrando y cantiñeando aquello de “que duerma el que tenga sueño,

que yo no despierto a nadie”, …y a la luz del día…de nuevo Pepe el lechero.

Sin darnos cuenta el verano llegaba a su fin. Ya no pasaba El Valenciano

con su carrito de helados y que hacía que los chavalillos se acercaran la

mayoría para mirar, porque entonces comprarse un corte de helado…¡¡ay

amigo!!…comprarse un helado, era todo un lujo. Si acaso, tras una mirada

implorante, alguno sacaba una chupaíta de la caridad del más pudiente y

ojo no te pasaras y que no te viera tu madre por aquello de las boqueras…

¡¡Eran otros tiempos!!

Las noches van cayendo. El frio, haciendo mella en los más mayores, era

aliviado por la copa de carbón o de leña, culminadas sus ascuas con una

corona de cisco acompañada de ceniza para que aguantara.

Vientos de levante, vientos de poniente, ¡¡vendaval y agua al cielo! -grita el marinero-.

El quinqué se convertía en el rey de las noches de invierno, cuando no, la

vela o la mariposa en aceite, eran quienes alumbraban tenuemente la

habitación, dadas las continuas idas de luz que por entonces se producían.

Alrededor de la mesa redonda, era la lotería, la tablita, las cartas o

simplemente la conversación y las historias contadas por los más mayores,

lo que hacía de la reunión un auténtico placer. La abuela en una esquina,

rastreaba los granos de arroz o de lentejas, en busca de algún intruso que

formara parte del potaje en forma de piedra o gusano.

Llegaba el mes de diciembre y todo resurgía en una algarabía de panderos

y sonajas, como preludio de la Navidad.

Los borrachuelos, hechos con todo el amor por los miembros de la familia

y al son de la matriarca o de la abuela por campanilleros, adornaban las

mesas dentro de los lebrillos que los exponían ante la mirada ansiosa de

los más pequeños. Los polvorones también formaban parte de la fiesta,

aunque no siempre… Era un jolgorio cuando un padre de familia, aparecía

por la puerta con su cajita de mantecados bajo el brazo y los chavales se

apresuraban a abrirla para ver el almanaque del próximo año que venía en

forma de regalo…Y qué ilusión.

Los coros recorrían las calles ataviados de sus trajes de pastores con voces

acompañadas del almirez, las zambombas, las sonajas, los panderos, el

triángulo… con un compás digno de las mejores orquestas.

No era época nueva la que se avecinaba. Nada menos que la primavera.

Flores al viento. El gorrión anidando y los volantones piando en busca de

su madre, reclamando lo que les tocaba como preludio del verano que de nuevo se avecinaba.

Como todos habréis adivinado, soy un “patio de vecinos”.

Lejos quedan las miradas hacia arriba para ver mis flores y mis macetas

colgadas de la blanca pared… Ya no escucho los gritos de los chavalillos. Ya

no oigo a la abuela Carmen…ni a Gaspar, ni a María Morales ni siquiera a

la Pepa…ni veo a su marido “Pepe el chófer”, llegar exhausto y callado

pensando en su nueva jornada. Ya no veo puestas de sol con la melancolía

del otoño ni con la belleza de las tardes de verano. No soy ni sombra de lo que fui.

He disfrutado, he sufrido…pero ya toca irse…

Me voy a hacer un viaje. En volver echaré tiempo. Tal vez no vuelva nunca.

En todo caso, dicen que fui un referente…no lo sé… Alguno me comentó

bajito en algún momento…”has sido el universo de mi niñez”. ¡¡Qué

orgullo!! Otros comentan que fui el inicio de la comunidad de vecinos, pero sin tantos remilgos.

Algunos amigos se fueron para siempre, otros se refugian en la nostalgia y

en la añoranza, echando de menos tiempos lejanos y resistiéndose con sus

últimas fuerzas a la mano del hombre.

Eran tiempos en los que todo era más sencillo. En los que para hablar sólo

había que sentarse en cualquier momento y en cualquier lugar. Tiempos

en los que con una sonrisa ganabas un amigo y en los que un apretón de

manos, sellaba un trato como si se jurase encima de la misma biblia.

No pretendo hacer comparaciones, pero el rescoldo de mis recuerdos me

lleva a lo más hondo de la nostalgia.

Alguien dijo alguna vez que: “No hay muerte. La gente muere solo cuando

la olvidamos. Si puedes recordarme, estaré contigo siempre”.

Por eso, día a día me ilusiono, aunque día a día me entristezco y me

decepciono porque… Quiero ser carne de sus carnes.

Quiero vivir en sus adentros.

Quiero escuchar el canto de sus nanas.

Quiero sentir la inocencia de los diez años.

Quiero rememorar la nostalgia del amor que se fue para no volver.

Quiero vivir la pasión desenfrenada.

Quiero recuperar lo pasado…

Pero no puedo. No es posible…aunque… me niego.

Me niego, porque ahora soy carne de sus carnes.

Porque sí, porque vivo en sus adentros.

Porque un canto de amor me duerme todas las noches.

Porque empiezo a notar mi ingenuidad frente a la hipocresía.

Porque el amor de juventud, me lo ha devuelto el paso del tiempo.

Mis arrebatos se siguen adueñando de mí, aunque a veces me gana el agotamiento.

Me niego a irme porque no es lo mismo ver que mirar.

Aunque oigo el silencio, no me engaño, porque no es lo mismo hablar que callar.

Pero si es el alma quién ve, habla, calla, oye, siente… Conseguirás vivir y en definitiva…soñar.

A los patios de mi Línea de la Concepción.

***

 

 

MI GRAN AMIGO Y EXCELENTE ESCRITOR D. JULIO CALVET BOTELLA HA TENIDO LA GENTILEZA DE

DEDICARME UN MAGNÍFICO MICRORELATO A SABIENDAS DE QUE SOY UN GRAN AFICIONADO A CONTAR

COSAS DE LA NIÑEZ Y JUVENTUD DE NUESTRA QUERIDA ORIHUELA.

GRACIAS QUERIDO JULIO

***

 

 

DE MEMORIAS Y RECUERDOS

 

ACAPUSA

 

Para Antonio Colomina Riquelme, que tanto quiere a Orihuela.

 

 

Es difícil dar un concepto de lo que es la tradición.  Pueden darse muchas definiciones, pero aquí me limitare a decir que existen unas tradiciones locales, diríamos “de pueblo”,  que son como la letra pequeña de una tierra y de unas gentes concretas, y que quienes mejor pueden contarlas son aquellos que las conocieron cuando fueron pequeños, en su infancia, que es el tiempo más feliz de todos los vividos, pues fue el tiempo de la ilusión y del cariño.

Orihuela y sus cercanos rincones aledaños, esta cuajada de tradiciones y recuerdos de no se sabe cuándo. A mí, en realidad me da igual lo del tiempo, pero lo que me preocupa es que esos recuerdos se vayan perdiendo para siempre, pues ahora parece que a través de tanto método informático todo se pueda guardar y ya no hace falta activar la memoria natural. Y así, se consuela la gente, olvidando que un mero apagón informático arrumbaría todo los saberes escondidos en una máquina, cuando el mejor rincón del recuerdo es el cerebro de los humanos.

Pero bueno, dejémonos de “filosofar”, y vayamos a lo nuestro que es recordar una tradición que yo recuerdo y que quiero reflejar en estas letras, y que se llama, o llamaremos “Acapusa”.

Yo no puedo precisar la fecha. Tengo ahora 76 años, y mi recuerdo se remonta a mis primeros años. “Acapusa” era un juego o entretenimiento de niños y niñas, de apenas un año de edad. Ese año en que se empieza a conocer y querer a los más cercanos, padres y abuelos, y en el que se comienza a andar, primero con  temor a caerse, y luego con más seguridad. Se estrenan las primeras botitas de piel, y se cogen de la mano, con fuerza, al padre, a la madre o a los abuelos, con lo que se siente  el amparo de los mismos.  

El niño o niña era un mero objeto en el “Acapusa”. Bien;  y ahora veremos si explico bien, lo que en realidad era un juego. Un juego al que yo, sin duda, jugué, porque ha quedado en mi recuerdo como algo personal, y no contado por otros.

El mayor, pongamos el padre, se sentaba en una silla derecho y con las piernas cerradas. El niño o niña, se acercaba al mismo, y colocándose  en posición encorvada ponía su cabeza boca abajo, sobre las piernas del mayor, de forma que no veía nada. El mayor, le sujetaba la cabeza con una de sus manos para evitar que el niño o niña viera o se moviera, y comenzaba a darle palmaditas en la espalda, acompasadamente, mientras con voz misteriosa y fuerte  cantaba sin tonalidad, lo siguiente:

ACAPUSA

CASCARA MUSA

DE LA PUSA

DEL JARRICO

DE MEAR.

DAR Y NO DAR.

VUELTA A EMPEZAR.

PELLISQUICO

EN EL CULO

Y HECHA A VOLAR.

A continuación, pues eso, se le daba un pellizco (suave claro), en el “culico”, y terminar, pero…  el niño o la niña volvía a poner la cabeza entre las pernas y a decir…”Otra vez. Otra vez”. Y así hasta que el abuelo, el papa o la mama, acababa reventados de seguir haciendo el “Acapusa, al niño o a la niña, pues éstos, como decimos en Orihuela, “no tienen canse”, y volver a su mecedora para “algunsarse” como siempre.   

Y este ha sido mi recuerdo de hoy, día uno de diciembre del año dos mil veintidós, tan lejano ya de aquel juego que he llamado el “Acapusa”.

JULIO CALVET BOTELLA.

 

***

 

 

CANTOS DE VIDA Y ESPERANZA

(En el Otoño)

 

JULIO CALVET BOTELLA

MAGISTRADO Y ESCRITOR

 

Llegamos al otoño de este año de 2022, y suenan entre las esquinas de las calles ciudadanas a las que hemos vuelto, el rumor de la voz de Edith Piaf, y sus Feuilles Mortes, cantando aquella música que compuso en el año 1945 Jacques Prevert, cuando Paris se empezaba a recuperar de una guerra terrible que asoló a casi todo el mundo. Me falto tiempo, hace 25 años, para buscar los grandes almacenes de La Samaritaine para comprar el disco de esa joya musical, de la que también tengo las versiones de Juliette Greco e Yves Montand. Es una canción con una letra triste y melancólica: Les feuilles mortes se ramassent à la pelle. Les souvenirs y les regrets aussi; (Las hojas muertas son recogidas por la pala. Recuerdos y arrepentimientos también). También participe en esta nostalgia cuando en mi libro Versos de mar y otras soledades, publique unos versos dedicados a cada una de las estaciones del año, y al llegar al otoño…

Y EN EL OTOÑO

 

Volverá preguntas sin respuestas./ Volverán esquinas sin revueltas./ Volverán las olas sin retornos./ Y volverán mil cosas en el hueco del recuerdo,/ marchitas en el tiempo. Pero no quiero dejar de decir que el otoño, aún con su nostalgia a cuestas, es también el tiempo de la esperanza, y de los proyectos, y que las hojas que caen de los árboles, no están muertas y no solo están para ser recogidas por la pala, sino que son las hojas que ahora, cumplido su tiempo, brillan con su esplendor dorado, y se despiden sin humillación y con la gloria de haber nacido en la Primavera, repletas de hermosura, como cuando emergió de las aguas, la bellísima Simonetta Vespucci, pintada por Sandro Boticelli. Y cómo es tiempo de serenidad y de esperanza, siempre en esta época me acerco a la lectura del gran poeta, Rubén Darío, y a su poemario Cantos de Vida y Esperanza. Yo creo, con muchos, que Rubén Darío es un poeta fuera de serie. Sencillamente es sensacional. Mucho se ha escrito de él, y son muchas las biografías que van quedando escritas del mismo en el amplio mundo de los libros. Ya sabemos que su verdadero nombre fue, Félix Rubén García Sarmiento, y que Rubén Darío fue su seudónimo; y que nació en Metapa, departamento de Nueva Segovia, en Nicaragua, en el año 1867, y que murió en León, Nicaragua también, el 6 de febrero de 1916. Rubén Darío fue poeta, y es llamado “el príncipe de las letras castellanas” y el “padre del modernismo”, y fue también periodista, corresponsal del diario La Nación de Buenos Aires en España, y diplomático, cónsul en París (1903), ministro residente de Nicaragua ante el gobierno de España (1907). Su influencia en toda la literatura castellana de la época fue extraordinaria. El propio Don Juan Valera, en la Carta-Prólogo que le dirige desde Madrid el 22 de octubre de 1888, para su libro AZUL… llega a decir que “Todo libro que desde América llega a mis manos excita mi interés y despierta mi curiosidad; pero ninguno la ha despertado tan viva como el de usted, no bien comencé a leerlo”. Sabemos que tuvo muchos amores, y que en el final de su vida, sumido una terrible afición al alcohol, le llevo a morir de una cirrosis irreversible, y a recibir en la ceremonia de su entierro honores de ministro, en la catedral nicaragüense de León. Cantos de vida y esperanza, es para mí un canto a la libertad y una afirmación del hispanismo. También un amor a la belleza. El propio Darío nos dice en su PREFACIO: “Cuando dije que mi poesía era mía, en mi sostuve la primera condición de mi existir, sin pretensión alguna de causar sectarismo en mente o voluntad ajena y en un intenso amor a lo absoluto de la belleza”. E irrumpe el hermoso libro de poesías con su propio retrato, en el poema introductorio: Yo soy aquel que ayer no más decía/ el verso azul y la canción profana/ en cuya noche un ruiseñor había/ que era alondra de luz por la mañana./ El dueño fui de mi jardín de sueño,/ lleno de rosas y de cisnes vagos;/ el dueño de las tórtolas, el dueño/ de góndolas y liras en los lagos;/ /y muy siglo diez y ocho y muy antiguo/ con Hugo fuerte y con Verlaine ambiguo,/y una sed de ilusiones infinitas/.

 

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Una sed de ilusiones infinitas. Hermosa ansiedad en el vivir. Y al leerlo me reafirmo en la senda otoñal, y ya ajeno a la tristeza, me envolveré en la Marcha Triunfal, donde “¡ Ya viene el cortejo¡, Ya se oyen los claros clarines…”, y en que Cyrano en España, “traspasa de un salto el Pirineo. Cyrano está en su casa”, en que en la Salutación del optimista, las “ínclitas razas ubérrimas, sangre de Hispania fecunda, espíritus fraternos, luminosas almas, ¡salve¡”, en que en la Salutación a Leonardo, “sonrisa más dulce no sabe Gioconda”, en que en Goya “poderoso visionario, raro ingenio temerario, por ti enciendo mi incensario”, y en el Soneto autumnal al Marqués de Bradomín, “te saludo, Es el otoño y vengo de un Versalles doliente. Había mucho frío y erraba vulgar gente. El chorro de agua de Verlaine estaba mudo”, y en Pegaso, en Helios, en los Cisnes, y en Leda, “Suspira la bella desnuda y vencida, en tanto que el aire sus quejas se van, del fondo verdoso de fronda tupida chispean turbados los ojos de Pan”… y en el canto y en la fantasía al mejor español de todos los tiempos en su Letanía de nuestro señor don Quijote: Rey de los hidalgo, señor de los tristes,/ que de fuerzas alientas y de ensueños vistes,/ coronado de áureo yelmo de ilusión;/ que nadie ha podido vencer todavía,/ por la adarga al brazo, toda fantasía, y la lanza al ristre, toda corazón. Vida y esperanza, y muy moderno; audaz cosmopolita. Yo te saludo Rubén Darío, y conmigo, todos los que amamos la vida y la belleza. La grandeza de tus versos. Emprendamos el otoño, sin miedo a los contornos de amenazas, con la adarga al brazo, la lanza al ristre y todo corazón.

 

Para la Revista Digital EL CANTARANO.

Alicante (España). 28 de Septiembre de 2022.

(Publicado aquí con el consentimiento del autor)

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NUEVA PUBLICACIÓN SOBRE LA CIUDAD DE MANRESA

 

 

Mi buen amigo e ilustre manresano José Rafael Manuel Sabaté, ha tenido la gentileza de remitirme el nuevo libro sobre la Ciudad de Manresa que lleva

por título "AUCA DE LA LLUM DE MANRESA", con letra de Ramon Albereda y dibujos de Joan Vilanova. Dicho ejemplar viene acompañado por

un  escrito de José Rafael Manuel Sabaté que se inserta a continuación:

 

 

EL ORIGEN LA  LUZ Y EL AGUA  (Misteriosa Llum i la Sèquia)

 

Sin pretensiones de historiador, deseo en unas cuantas líneas daros a conocer estos dos acontecimientos ocurridos en Manresa y sus comarcas lindantes,  en el Siglo XIV (año 1345 Edad Media) .

En síntesis, se trata de que en aquellos años Manresa y su comarca estaban padeciendo una fuerte sequía por la falta de agua y pocas lluvias, lo cual perjudicó a todos los ciudadanos pues eran la mayoría gente de labranza y cuidadores de ganado y gallinero. Esta anomalía obligó a muchos emigrar a otras comarcas, causando además enfermedades y pobreza. Nada se resolvió a pesar de la religiosidad de todos con actos  de fe y de romerías implorando la ansiada lluvia.

Fueron unos ciudadanos ilustres quienes proyectaron el inicio de la construcción de una acequia cuyo trasvase agogía las aguas del río Cardener cerca de la localidad de Balsareny (zona Norte). Y fue un proyecto cuya aprobación fue bien recibida por todos. Lo que ocurrió fue la posterior y total negativa del Obispo de Vic, cuando conoció el itinerario, el cual cruzaba casi la totalidad de los terrenos del Obispado.  Y fueron muchas las gestiones que realizaron los consejeros manresanos, que, incluso imploraron al papa Clemente VI, incluso del Rey Pedro III. Pese a estas negativas a favor del Obispo y ante la necesidad, se fueron realizando las obras pero con muchos peligros, sobre todo por las noches que eran destruidas las obras que se realizan de día… y las confrontaciones no cesaban. Tras todos estos “desmanes”, el Sr. Obispo  condenó a los manresanos a la excomunión y entredicho, cerrando todas las iglesias y el culto.

El desánimo de todos era patente pero fieles a la fe soportaron lo indecible. Y, llegó el 21 de febrero cuando eran entre las 9 de la mañana y mediodía, que todos pudieron contemplar un rayo de luz proveniente de Montserrat el cual penetró en un ventanal de la Iglesia del Carmen y se distribuyó en tres luces en el Altar mayor, y de pronto las campanas repicaron de golpe. Estos focos de luz, poco a poco se fueron diluyendo y la última visión lo fue del punto que se inició en Montserrat y desapareció. Este hecho pudo ser contemplado por muchos ciudadanos, considerando que era un prodigio llegado del Cielo. Fueron muchos los testigos consultados e incluso dieron fe ante notario.

El Obispo, al ser enterado de tal evento, optó por acogerse al prodigio y encauzar la amistad de nuevo, además de levantar la excomunión y entredicho. Las obras se reanudaron y los ciudadanos vivieron con ilusión esperando por fin el agua suspirada. Esta riqueza superó todas las desgracias habidas y la ciudad y comarca crecieron en la prosperidad al cabo de los años y hasta hoy, gracias a Dios.

Este comentario mío es el compendio de muchas realidades sucedidas y que cada año ha ido tomando cuerpo entre realidad, leyenda y sobre todo fe, a través de festejos y demás acontecimientos culturales, religiosos a favor de la economía de todos.

Es lo que todo queda plasmado en este librito editado el año 2000, que muestra todos estos hechos a través de 83 viñetas, a modo de aleluyas-estampas de leyenda, en versiones catalán, castellano e inglés; aunque anteriormente ya se divulgaban solo en catalán. Los dibujos son del ilustre manresano, gran dibujante joan Vilanova y la letra de Ramón Albareda. (ambos ya fallecidos). Fue entrañable nuestra amistad durante muchos años, ya que éramos colaboradores del Periódico “Manresa”.

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Vilanova (1908-1990) era un extraordinario ciudadano que con sus obras enalteció Manresa con su delicado lápiz, tratando diversidad de temas  como grabados logrando muchas ediciones y especialmente en libros de la editorial montserratina y Obispados de Solsona y Vic. En el Periódico que en ocasiones caracterizaba a personajes locales. En general, sus dibujos de todas las épocas los caracterizaba con indumentaria precisa.

 Albareda (1929-2019) era Profesor Mercantil y dedicó muchos años al periodismo local vinculado a la información de Ayuntamiento  como redactor;  y comentarista y guionista radiofónico. En el año 1960 obtuvo el primer premio por la mejor tasca informativa en el ámbito local.

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MANRESA 2022, PROYECTAR Y TRANSFORMAR

 

TEXTO:   JOSÉ RAFAEL MANUEL SABATÉ

 

 

 

Manresa 2022 Transforma es una apuesta estratégica de la ciudad, transversal y participativa, motivada por la celebración de los 500 años de la llegada de Ignacio de Loyola a Manresa, de camino en su peregrinaje  hacia Jerusalén. Ignacio estuvo cerca de un año en la capital de Bages, se inspiró para escribir los Ejercicios Espirituales viviendo una transformación personal relevante. Esta experiencia marcó su vida y le llevó a fundar la Compañía de Jesús, motivo que le convirtió en uno de los pensadores más importantes en el contexto de la Contrarreforma. Es por todo esto que Manresa es considerada ciudad cuna de la Orden jesuita y que muchos centros de esta comunidad del mundo ostentan el nombre de nuestra ciudad.

La conmemoración –de relieve mundial- brinda la oportunidad a la ciudad para potenciar sus valores patrimoniales y los valores ignacianos originales: tolerancia, solidaridad, formación, crecimiento, esfuerzo personal, austeridad, espiritualidad, diálogo intereligioso, resiliencia, sentido de comunidad…Valores que hoy son plenamente vigentes más allá del ámbito religioso y que han de impulsar la ciudad más adelante para hacerla más sostenible, adaptada al nuevo entorno y económicamente equilibrada, sin quebrantar los recursos locales ni hipotecar el futuro del territorio.

El tema de Manresa 2022 es ”Transforma”. Una transformación que puede ser individual, pero que sobre todo ha de ser colectiva. Una transformación que también ha de impactar en la ciudad, haciéndola más amable para la gente que la habita, mejorando su calidad de vida y hacerla también más atractiva para los visitantes y turistas. El patrimonio ignaciano, esparcido por todo el Centro Histórico y otros rincones de la ciudad - con La Cueva, La Seo, la Capilla del Rapto o el Pozo de la Gallina, entre otros- y la promoción de Manresa como final del Camino Ignaciano son los máximos exponentes de la apuesta.

La organización del proyecto Manresa 2022 está liderada por el Ayuntamiento de Manresa y la oficina Técnica de Manresa 2022, pero por el hecho de tratarse de un proyecto transversal y de ciudad, hay un buen numero de instituciones, organismos, entidades, asociaciones y personas a título individual implicadas en una o más de las acciones previstas para la conmemoración del año 2022.

 

EL CAMINO IGNACIANO, UNA APUESTA DE FUTURO

 

Manresa es el punto final del Camino Ignaciano, un itinerario cerca de 600 kilómetros que comienza en la ciudad natal de Ignacio de Loyola, en Azpeitia, y sigue el  peregrinaje que hizo el año 1522 hasta llegar a Manresa.

Este itinerario es hoy un camino bien vivo para gozar de la historia y la gran diversidad natural y paisajística de los territorios que cruza : Euskadi, La Rioja, Navarra, Aragón y Cataluña. Las huellas que llevarían Ignacio de Loyola a ser uno de los grandes pensadores del siglo XVI son hoy una oportunidad tangible para posicionar Manresa como destino turístico, con una muestra que valoriza el territorio de forma sostenible. Acontecimientos ya consolidados como la Marcha del Peregrino,la Ignaciana BTT, las Jornadas Gastronómicas del Camino Ignaciano o el Festival de Verano  Sonidos del Camino; y otros de nueva creación como las Fiestas del Camino Ignaciano o la edición de diversas publicaciones son propuestas que han ayudado y ayudarán a proyectar la ciudad de Manresa como final del Camino desde la cultura, la música, la fiesta y el deporte, entre otras.

 

UN PROGRAMA DE VALORES TRANSFORMADORES

 

El programa de Manresa 2022 Transforma impulsa reflexiones, encuentros, acontecimientos, creaciones… que nos ayuden a construir una mirada transformadora para el futuro de la sociedad. Incluye un abanico de acontecimientos singulares, contemporáneos y, participativos y fundamentales en tres valores principales-transformación, espiritualidad y cambio social – destilados de la experiencia de transformación vivida por Ignacio en la ciudad. Con la conmemoración, Manresa recupera el espíritu de acogida para convertirse en un escenario de intercambio y reflexión propio de una ciudad moderna, competitiva y abierta al mundo. El programa incluye más de 40 proyectos y alrededor de un centenar de acontecimientos a lo largo del año, con el objetivo  de llegar a todos los públicos y de hacerlo tan participativo como sea posible.

Los ejes del programa Manresa 2022 son siete: Espiritualidad y pensamiento, De Manresa al mundo, Educación, Cultura y arte, Música y fiesta, Juventud y Deporte.

 Al wep de Manresa 2022 (manresa2022.cat) se puede encontrar actualizada toda la programación.

 

Nota Marginal

 

El candelario del presente año muestra algunos de los 22 lugares ignacianos, aquellos que guardan de una manera u otra la huella de Ignacio de Loyola. Reseguirlos nos permite conocer mejor la ciudad que inspiró y transformar el peregrino. Se puede consultar la lista completa a  wepmanresa2022.cat


 

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El obispo que entró en Orihuela

a lomos de una mula blanca

Por

Juan de Oleza

 

 

Monseñor Francisco Álvarez Martínez durante su entrada a lomos de una mula blanca

en Orihuela en 1989 / Fotos: Pedro Gómez Barbe

 

 

Francisco Álvarez llegaba a tierras alicantinas con la clara misión de poner al día las estructuras de una Iglesia que seguía sin aplicar el concilio Vaticano II

“El obispo, lo que realmente debe ser, es consciente de que ha de potenciar la comunión eclesial y la fraternidad sacerdotal con todos, debe ser signo de unidad y servidor de todos para saberlos acoger”. Así se expresaba el 13 de mayo de 1989 monseñor Francisco Álvarez Martínez cuando este periodista le llamaba por teléfono para recoger unas primeras impresiones con destino a los lectores de la edición alicantina de La Verdad. Tuvo monseñor el gesto de atender durante más de quince minutos esta primera llamada que recibía desde su nueva diócesis, mientras los compañeros riojanos esperaban para una rueda de prensa de despedida. “Mire, acabo de redactar un saludo para todos ustedes, pero quiero adelantarle mi mensaje afectuoso para el obispo don Pablo Barrachina, para los sacerdotes y religiosas y para todos los laicos de la diócesis de Orihuela-Alicante”. A partir de ahí, nació –debo confesarlo- un afecto y cordialidad entre ambos, que permaneció pese al tiempo y la distancia –“a ver si te pasas un día con tu mujer por Toledo”-, como se demostró al encontrarnos cerca de la Catedral cuando vino para asistir a la toma de posesión de uno de sus sucesores.

“Obediencia y paz” era su lema –en recuerdo de Juan XXIII que murió a la misma hora de su consagración como obispo de Tarazona- y quiso subrayar que lo realmente importante para él era fundirse plenamente y con la mayor sensibilidad en la iglesia diocesana. “La iglesia –añadió- está potenciando la participación de todos y nuestra obligación es precisamente la de estar al servicio de todos”. Desconocía entonces el nuevo obispo la tradición secular en virtud de la cual los obispos entraban en Orihuela a lomos de una mula blanca: “No, no sabía esos pormenores, en los próximos días iremos concretando detalles”. Pero las cosas empezaron a torcerse en las siguientes jornadas porque algunos miembros de la Curia, al observar cierta incomprensión por parte de monseñor Álvarez hacia el protocolo tradicional, quisieron ser más papistas que el Papa y apostaron porque se rompiera definitivamente el eslabón de la cadena y todo quedara en el baúl de los recuerdos.

No esperaban los clérigos acomodaticios encontrarse con un oriolano amante de sus tradiciones, Francisco Cases Valero (padre del que más tarde llegaría a ser obispo auxiliar del propio monseñor Álvarez y posteriormente obispo de Albacete y Tenerife), residente entonces en la Casa Sacerdotal junto a su hijo que era rector de la misma, quien dio la voz de alarma mediante una carta publicada –también en La Verdad- bajo el título “El obispo, en borriquilla”, del que entresacamos este párrafo: “Subir en la borriquilla supone sacrificio y humildad. Estas dos cualidades suponemos superadas por nuestro Obispo. Puede caer de la borriquilla y darse un coscorrón que con un esparadrapo se arregla. Si no sube, también puede darse un coscorrón, que no se arregla con esparadrapo”.

 

Arrancaba con ello una campaña –encuesta popular incluida- en pro del mantenimiento de la tradición que consiste, según el diccionario, en la transmisión de noticias, composiciones literarias, doctrinas, creencias religiosas, ritos y costumbres, hecha de padres a hijos y conservada por un pueblo. Tradición –¡ay de la Iglesia sin tradición!- que, como escribió entonces mi antiguo compañero y mejor persona Gómez Carrión, a nadie daña ni molesta. El tema estaba en la calle y surgió una fuerte polémica, agravada por la actitud de determinados sacerdotes, hasta el punto de que, quien esto escribe, consideró oportuno publicar un artículo titulado “Evitar tensiones” en el que se advertía de que, por falta de sensibilidad de quienes tenían la obligación de haberle aconsejado, se viera un tanto empañada la entrada oficial del nuevo obispo.

Y continuaba el texto: “Flaco favor le habrían hecho entonces al prelado quienes, por razón de cargo, debieran detectar con prontitud el sentir popular y evitar tensiones, en lugar de encerrarse en su castillo y, una vez más, salir con exabruptos y anatemas. Pero yo no sé –probablemente no- si los interlocutores que se entrevistaron con el nuevo obispo en Madrid le explicaron bien los pros y los contras, a nivel popular, de una u otra decisión. Si le dijeron que, aunque muchos pensemos que la cosa no tiene mayor importancia, habría gentes que lo iban a encajar difícilmente. Por eso y, en cualquier caso, antes de que la polémica pueda desbordarse, no estaría de más tratar de hacer un esfuerzo para llegar al punto de encuentro entre la tradición y los signos de estos tiempos. Se evitarían tensiones innecesarias. Y todos contentos”.

Perdón por la larga autocita, pero la hemeroteca también está para ayudar a comprender mejor la historia. Y en esta historia de la entrada en mula blanca jugó un papel decisivo el vicario general del obispado de Logroño-Calahorra-La Calzada quien, cuando se desplazó hasta Orihuela y Alicante para preparar la entrada del nuevo obispo, captó con fidelidad la situación. Servando Argaiz, que inmediatamente puso al corriente de la situación a monseñor Álvarez, manifestó a este periodista, respecto a la polémica suscitada por el tema de la entrada del obispo en mula, que al nuevo prelado no se le había informado suficientemente sobre el significado y el arraigo popular de esta tradición: “Teniendo en cuenta esto –dijo el vicario general- la cosa se ve de manera distinta. El obispo se lo va a repensar un poco y, como por su parte no existe una actitud cerrada ni mucho menos es una cuestión de honor, se van a ponderar todos los aspectos de la cuestión para hacer lo más oportuno y tratar de evitar que una parte del pueblo pueda sentirse molesta con su nuevo obispo. Sinceramente, por una mula de más o de menos, yo no me estrellaría con la gente”. Ante un eventual cambio de posición y sus posibles interpretaciones, Argaiz demostró tener muy claras las ideas: “No por rectificar se es menos. No por cambiar de opinión, después de ponderar todas las circunstancias, el obispo quedaría desmerecido, sino todo lo contrario. Y monseñor Álvarez es muy consciente de ello porque es un auténtico pastor de la Iglesia. Es una persona extraordinaria, como tendrán ocasión de comprobar pronto todos”.

Se pudo comprobar. Primero, porque el nuevo obispo –“un obispo que contesta, un prelado de talante abierto y cordial, un auténtico pastor espiritual” como pudimos constatar durante su episcopado- demostró ser persona sensible al sentir popular. Tan sensible que, pese a su propósito de humildad expuesto inicialmente como justificación a la negativa de utilizar la mula tradicional, fue capaz de modificar su personal criterio en aras de una mejor comprensión hacia los sentimientos mayoritarios. Y monseñor Álvarez se encontró con una multitudinaria acogida: Orihuela se volcó con el nuevo obispo en un recibimiento apoteósico que él jamás olvidó: “Fue algo impresionante y entendí el significado que para los oriolanos tenía el símbolo de la entrada en una mula blanca. Si esto ha servido para entrar con mayor arraigo en Orihuela, pues bendita borriquilla”, afirmaba poco después.

El nuevo obispo pasó su primera noche en el Asilo de Ancianos de Orihuela –convertido a partir de entonces en su “cuartel general oriolano”- y antes, en el Seminario, cantó el “Asturias, patria querida’ –guiño a su tierra natal- con los sacerdotes riojanos que le acompañaron a la toma de posesión. Cuatro días después, se presentó de improviso en los conventos de clausura oriolanos y hasta tuvo el detalle de acercarse al Ayuntamiento para saludar al alcalde, Luis Fernando Cartagena y felicitarle en el día de su onomástica.

Este canonista asturiano –que ya había hecho lo propio en la diócesis riojana de procedencia- llegaba a tierras alicantinas con la clara misión de poner al día las estructuras de una Iglesia que seguía sin aplicar el concilio Vaticano II. Y vaya si se notó (en pocos meses tenía listo un Plan Pastoral, reorganizó la diócesis y cambió de destino a 150 curas de una tacada) porque para eso había sido en Oviedo estrecho colaborador del recordado arzobispo, luego cardenal, Vicente Enrique y Tarancón.

Apenas quince días después de su llegada, don Francisco ya había digerido el recibimiento y decía: “El día de mi entrada fue para mí, con toda verdad, sorprendente. Yo no sé exactamente cuántos habitantes tiene Orihuela pero me daba la impresión de que sus vecinos no cabían en las calles por donde pasaba la comitiva ni, por supuesto, en la Catedral; pero para mí lo ha sido más oír las cosas que los oriolanos me decían, camino de la Catedral, primero, y después en el prolongado besamanos de despedida”. Monseñor Álvarez pudo continuar disfrutando de la excelente acogida del pueblo de Orihuela cuando paseaba por las calles oriolanas o acudía a los actos del Pregón de las Fiestas de Moros y Cristianos o de Semana Santa.

Pasado poco tiempo, cuando -justo a los cinco meses de su llegada- mantuvimos en el Asilo oriolano una larga entrevista, no tuvo empacho don Francisco en reconocer nuevamente que estaba agradecido a quienes le hicieron ver lo que en Orihuela significaban las arraigadas tradiciones. Quedan de aquella conversación algunos titulares para el recuerdo: “Esta es una diócesis muy grande y con mucha potencialidad”; “En el tema de patrimonio vivimos momentos de esperanza: quisiera que las actuaciones empezaran por el Palacio Episcopal y la Catedral oriolana”; “Habrá que precisar los límites de algunos arciprestazgos, como Elche”; “La diócesis debe aprovechar mejor sus recursos”.


Era un obispo, frugal hasta el extremo en la comida, que se levantaba todos los días a las 6’30. En su mesilla tenía siempre varios libros de Teología y, en aquel momento, “La nueva vida de San Francisco, el pobre de Asís”. Aficionado desde joven a la fotografía, música y Bellas Artes en general, ya no disponía de mucho tiempo para ello: “Todo eso quedó enterrado cuando mi primer nombramiento para Tarazona”. Organizado, metódico y fino, exquisito en el trato personal (atendía con prontitud las solicitudes de audiencia de sacerdotes o laicos), monseñor Álvarez veía por televisión algo de fútbol, especialmente las finales de Copa y los lunes seguía por la prensa la marcha de los equipos de su tierra (Oviedo y Sporting de Gijón), el Logroñés (su anterior diócesis) y, desde su llegada aquí, el Hércules (“Vamos a ver si vuelve a 1ª”), el Orihuela (“Veo que se mantiene en cabeza después de su ascenso”), además de interesarse por la evolución del Elche.

 

Antes de despedirnos de aquella primera e intensa entrevista, pedí a don Francisco que pasáramos revista a las noticias (estábamos a finales de noviembre de 1989) que más le habían impresionado, positiva o negativamente, en los últimos días. Y destacó la reunión internacional convocada en Roma por Juan Pablo II en relación con el SIDA, sin olvidar la desaparición del Muro de Berlín. En el otro extremo del péndulo, citó el asesinato en El Salvador de seis jesuitas y dos religiosas servidoras de la residencia, y el asesinato en Madrid -que le sorprendió la noche anterior, cuando se disponía a hacer un rato de oración- del teniente coronel José Martínez Moreno, víctima de ETA.

Desde el pasado viernes a mediodía los restos mortales del cardenal arzobispo emérito descansan en la Catedral primada de Toledo. En Orihuela se le seguirá recordando como el obispo que mantuvo una tradición secular y renovó con decisión unas obsoletas estructuras diocesanas. Descanse en paz, monseñor Álvarez Martínez. Prometo volver a la ciudad imperial para, ante sus restos depositados al pie de la capilla de la Descensión, dedicarle una oración y agradecerle el exquisito trato que me dispensó durante su estancia en esta diócesis.

 

 

Fuente: ES DIARIO COMUNIDAD VALENCIANA

  Redacción Orihuela, Edición Elche

14 enero 2022

 

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M/N “CIUDAD DE OVIEDO”

CRUCERO POR EL ATLÁNTICO…

Por

José Rafael Manuel Sabaté

 

 

 

Salida el día 5 de Noviembre de 1957. Pero no fue un viaje de placer. En principio resultó una aventura “sorpresa”, incluso inesperada, si bien, conociendo, en parte, el destino… De Madrid, en tren, hasta Cádiz (salida de noche) en vagones de 3ª. Ni siquiera poder ver el paisaje de todo el itinerario, o sea, no poder contemplar un buen trecho de la geografía de España. Dejar la Meseta y adentrarse por “Despeñaperros”, Córdoba, Sevilla y al final la “tacita de plata”. Suficientes motivos para gozar de una ruta que, para muchachos veinteañeros representaba el sumum de un viaje ganado sin ningún esfuerzo aparente, ni con ningún presupuesto. Con bagaje (impedimenta) eso sí, excesivamente abultado además del armamento y su munición repleta en las cartucheras del incómodo correaje. Una mochila y una cantimplora (muchas se perdieron y no volvieron…) El uniforme (todavía el de verano) el mismo que una semana atrás lo paseábamos por Madrid, con botas y sus leguis.; también unas alpargatas y un “mono” con pésima hechura, y como complemento fragmentos de una tienda de campaña repartida entre cuatro porteadores. Es lo único que, sin maleta,representaba este vestuario-ropa de viaje, que también lo fue para sudarla, arrastrarla, desgastarla y… donde anidaron pulgas y piojos. Y con todos estos residuos textiles regresamos al Cuartel de El Pardo a finales de Junio del 58, ataviados con un vistoso pañuelo amarillo anudado al cuello. A pesar de todo, quedaba bonito.

¡Ah!, se me olvidaba, mi 21 aniversario 6.12.57, ha sido el único que he celebrado en la playa… (Sidi Atzman)

Pero volvamos a lo que fue el inicio del crucero. En uno de los muelles de Cádiz, fondeado estaba el recién estrenado buque“Ciudad de Oviedo”, mercante de pasaje y carguero, la nueva joya de la Cía.Transmediterránea, a punto de zarpar (por lo que sabíamos) en dirección a África. Y con la ilusión de muchos “alicientes”, embarcamos  como la Cía. Expedicionaria de Transmisiones, del Regimiento de El Pardo, compuesta  aproximadamente por unos 70 militares muy ordenados, que fuimos acomodados en las espaciosas bodegas. Mientras, las grúas del puerto cumplían la tarea de efectuar la carga de vehículos y material (emisoras). También de noche disfrutamos en cubierta, ver todas las maniobras con que los prácticos ayudaban a la moto/nave a enfilar y ganar las aguas libres. La primera escala turística resultó ser a altas horas de la madrugada, Ceuta. Nuevas maniobras de aproximación al muelle. Allí sí que pudimos comprobar que no haríamos el crucero solos…Nuevas de plátanos madurados al natural y a buen precio. En la península era fruta privativa de muchos…

Transcurridos esos días de “placer” transitorio, nos aguardaba la que sería última escala y en definitiva el final del viaje: un bello horizonte amarillo. El destino Sidi Atzman, Playa de El Aaiun (sin muelle), lo cual representó que el desembarco fue tener que deslizarnos, cargados con toda la impedimenta personal, y mareados, por unas escalerillas y cuerdas hasta un bote, procurando saltar para acceder al mismo en el momento preciso que el oleaje juntaba barco y barca. Pero como verdaderos “lobos de mar” lo conseguimos con la colaboración de todos. Y tuvimos suerte de no perder el mosquetón en el agua… Pero la epopeya final fue que cuando conseguimos alcanzar la orilla (playa) la barca varó irremediablemente. Resultó ser el “bautismo” salado total, “rebozándonos” como una croqueta en la arena del A.O.E.y…punto final al crucero.

A mí y a muchos, nos quedó la duda y sin poder averiguarlo: ¿Cómo y de qué manera se descargó todo el material? Evidentemente, al pisar tierra firme nos olvidamos por completo del “Ciudad de Oviedo” y nos olvidamos de la mar y del inmenso Atlántico. Otra etapa nos aguardaba al ser transportados en camiones tierra (arenas) adentro de la extensa provincia de “Rio de Oro”, distribuidos en zonas de El Aaiun, Villabens(Cabo Jubi) y Villacisneros. Éramos de los primeros expedicionarios. Resultó una nueva singladura con hambre, sed, sudor y lágrimas… Lo que sucedió a partir de entonces, ya no forma parte de esta travesía. Cada uno de nosotros pudo acumular sus vivencias de todo tipo durante casi ocho meses. Sin embargo lo que sí es cierto que durante todo este periodo sahariano pudimos acumular el compañerismo con la mejor esencia de amistad entre todos nosotros, los superiores y subordinados. Resultó ser, la mejor lección del viaje, pese a que volvimos todos menos uno.

                                                     

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Con esta narración, no he pretendido dejar en evidencia nada y a nadie, simplemente he intentado plasmar al cabo de 54 (63) años, las reacciones lógicas, situándome en aquellas circunstancias y momentos, ya que, actualizando la pasada perspectiva emocional, no sería la real y entraría en un terreno subjetivo, cosa que he querido evitar. Sólo he querido acercar a cuantos compañeros pueda,una página vivida, hasta donde me ha alcanzado la memoria, que creo les alegrará,además contemplando las imágenes y adjuntos datos del “Ciudad de Oviedo”, un barco (desguazado ya hace años) que forma parte de la historia de nuestro Regimiento de Transmisiones. Y es de agradecer a la Cia. Transmediterránea,(autores y fotografías) a través de la información recogida de Google, sus referencias a la Cia. Expedicionaria y aexpediciones de otros contingentes posteriores realizadas al A.O.E. que asimismo hacen mención en varios de nuestros artículos publicados en este Blog del Regimiento de Tansmisiones.

Y, para terminar de una forma ecuánime, quisiera igualmente dedicar un recuerdo precisamente a otro buque que nos recogió cuando regresamos, también desde la playa de El Aaiun con destino a Cádiz el día 25 de Junio de 1958 , la  M/N “Monte de la Esperanza”, de la Cia. Naviera Aznar. Pero el Atlántico resultó ser el mismo con todas las consecuencias; las  noches en cubierta fueron estrelladas y los días eran los soleados del verano peninsular, los conocidos y los añorados hasta llegar a El Pardo tras un itinerario más luminoso…

 

José R.Manuel Sabaté - Manresa

 ( 18 Octubre 2011-Publicado en el Blog del Rgto. de Transmisiones de El Pardo)

 -Nueva versión 5.11.2020-

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 2022 EL AÑO DE MANRESA

 

 

 

MI GRAN AMIGO Y ORGULLOSO MANRESANO JOSÉ RAFAEL MANUEL SABATÉ,

HA TENIDO LA GENTILEZA DE COMUNICARME LO SIGUIENTE:

 

Me propongo en esta ocasión que me brinda mi estimado amigo Antonio, insigne oriolano, dar complacencia ofreciendo mi humilde  aportación con referencia a los actos conmemorativos que están previstos  y tendrán lugar en Manresa (Barcelona) el próximo año 2022 en ocasión de la celebración del V Centenario de la estancia de San Ignacio de Loyola en esta ciudad, un sencillo peregrino vasco venido de Montserrat  donde anteriormente había ofrecido su espada como caballero militar a Nuestra Señora. Año 1522, este fue su inicio  en Manresa, que le acogió con respeto por su voluntad de oración y redimirse, ayudando además a los pobres y enfermos, siendo su estancia de once meses, durante los cuales  escribió los Ejercicios Espirituales y a él se debe la Fundación de la Compañía de Jesús. Fue su destino Barcelona, Tierra Santa y Roma. Y fue en Manresa donde dejó una huella imborrable que, al cabo de los años se ha conservado a través de numerosos paisajes, edificios, casas solariegas, iglesias, ermitas, capillas, Cruces de término, calles etc. Y en la cueva donde él habitó y oró, al lado del río Cardener  hoy está presente una edificación singular junto a la Iglesia, que le da amparo, unas piedras y un conjunto arquitectónico que es conocido por todo el Mundo.  Los manresanos nos basta simplemente con decir “La Cova”. ( Iglesia con vestíbulo a la Cueva, Siglo XVII, y Casa Convento 1894) .en la ciudad del río Cardener

De su estancia en la ciudad del río Cardener, se citan diferentes situaciones recordadas por diferentes autores y cronistas de su biografía, desde su pobre aspecto y vestimenta, recibiendo apelativos de “hombre bueno”, “santo hombre” y la chiquillería y desaprensivos lo apodaban “l´home del sac” (el hombre del saco) .

 Antonio, me satisface haber cumplido mi palabra, manifestando sobre todo que mi intención de todo lo descrito se ha ceñido con agrado en calidad de simple ciudadano, de lo leído y lo escuchado, no de historiador… y me siento honrado participando en tus páginas.

                                                    

  MANRESA  IGNACIANA

 

Manresa, situada en el centro de Cataluña, apodada como “Cor de Catalunya”, pese a no figurar como el punto geográfico exacto, el cual ostenta la localidad de Pinós  en la Comarca del Solsonés (Lérida). Y nuestra ciudad no está tan alejada del país valenciano, cuando sentimentalmente existe un eco de “memoria” y de  fe, precisamente en un espacio de la Catedral de Valencia capital. El motivo es sin duda muy significativo, concretamente una carta manuscrita por San Ignacio de Loyola desde Roma en fecha 13 de enero de 1543, en castellano clásico y que ocupa 22 líneas, y dirigida al Rey, en la que el Fundador de la Compañía de Jesús solicita audiencia con el Obispo de Porto. Dicha carta se conserva desde el Siglo XVIII, cundo la Condesa viuda de Alcudia, Maria Ana de Bracamonte la entregó el año 1746 después de heredarla del noble valenciano Antonio Escrivá. Da la casualidad que el Museo de la Cueva de Manresa también se guarda una carta autógrafa de San Ignacio de Loyola, de fecha 1de febrero de1551, también desde Roma; en esta ocasión escrita en latín, en cuyo contenido pide al Papa Pablo III la aprobación en relación con su texto del libro de los Ejercicios Espirituales.( figura también la transcripción) .

Ante las fechas conmemorativas que tendrán lugar durante todo el año 2022, ya hace tiempo que se están configurando diversidad de actos, a cargo de importantes estamentos y de la propia ciudad. Y en el aspecto turístico, destaca el trazado como “Camino Ignaciano”, un itineraio de recorrido homologado que recrea la ruta que San Ignacio recorrió el año 1522 desde Loyola has Manresa. Consta de 27 etapas por el País Vasco, La Rioja, Navarra, Aragón y Cataluña, con una distancia de 650 kms. entre Azpeitia y Manresa.

Como manresano, me complace pregonar: ¡BIENVENIDOS AL AÑO 2022.

 

José Rafael Manuel Sabaté

MANRESA

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HACE CINCO SIGLOS

Por

Antonio Luis Galiano Pérez

Cronista oficial de Orihuela y Maestre de Gobierno de la Real Orden de San Antón

 

 

Dentro de la Historia de Orihuela, hay fechas y hechos que a pesar de haber sido tenidos en cuenta por cronistas e historiadores, a veces no se les ha prestado la atención que merecían, o al menos sufrían un extraño guadiana que los hacía revivir de tarde en tarde.

Eso es lo que ocurre con el día 30 de agosto de 1521, en que las huestes de los agermanados caían derrotadas en la Batalla de Bonanza, a manos del castellano Pedro Fajardo, marqués de los Vélez, derivando en uno de los peores saqueos que sufrió la ciudad de Orihuela, desde esa fecha hasta el 29 de septiembre de dicho año, y que sólo es comparable por el perpetrado por las tropas borbónicas del cardenal Luis Belluga y Moncada, obispo de Cartagena, el 10 de octubre de 1706.

Orihuela ha sido varias veces escenario bélico en distintos momentos de su dilatada Historia, aunque en dos ocasiones su protagonismo fue como ciudad en retaguardia, tal como acaeció, durante la Guerra de la Independencia o contra el Francés, y la Guerra Civil. Por el contrario, en tres fue campo de batalla, dando la coincidencia que se vivieron con dos siglos de diferencia de una a otra acción. Así, en el XIV, fue la denominada como la Guerra de “los dos Pedros”, en la que por la resistencia ofrecida por los oriolanos les fue reconocida su fidelidad; la de las Germanías, en el siglo XVI, que derivó de la sublevación de “los plebeyos contra los nobles”, como decía mosén Pedro Bellot; la de Sucesión, motivada por la apetencia del Trono de España entre los austracistas y los borbones, que con concluyó con el Decreto de Nueva Planta, suprimiéndose los Fueros.

A veces, el rico Diccionario de la Lengua Española nos ofrece la posibilidad de sinónimos que debemos matizarlos para su utilización. Así, aunque, celebrar viene a ser lo mismo que conmemorar; un servidor al tratarse de recordar una guerra siempre empleo conmemoración, pues es hacer memoria del hecho. Por el contrario, nunca emplearé celebrar por lo que deriva de festejar o sea evocar algo con fiestas. Ya que una guerra, máxime con muertos y saqueos, tal vez no merezca este sinónimo. De esta manera, podemos conmemorar y después celebrar si es que se producen, los beneficios logrados a través de los siglos de aquella situación dolorosa.

Esto es lo que nos sucede con aquella fecha de 30 de agosto de 1521, en que se tiene recuerdo de la Batalla de Bonanza, a pesar de haberse producido la derrota del pueblo. Sin embargo, de ella derivó algo que debemos celebrar como es la intensificación de gran parte de los rasgos propios de los oriolanos.

Así, en este año, se conmemora aquella Batalla que tuvo como marco lo que es hoy la pedanía del Raiguero de Bonanza, y se recordó en un acto en la mañana del pasado 30 de agosto, bajo un calor de solemnidad, teniendo como escenario la Plaza de la Iglesia. Para dar cuenta de ello, días antes el alcalde Emilio Bascuñana Galiano hacía público un bando dando conocimiento al vecindario de los actos a efectuar. Aquella mañana, teniendo como telón de fondo la fachada de la Iglesia de San Joaquín y Santa Ana y presidiendo las banderas de España, Comunidad Valenciana y una réplica de la Gloriosa Enseña de “El Oriol”, que era la primera vez que intervenía en un acto, y que recientemente ha sido confeccionada por iniciativa de la concejala de Festividades y Turismo, Mariola Rocamora Gisbert; intervino la Banda Filarmonía ACAMDO, la Coral Aleluya y los Auroros de la Cruz del Raiguero, dirigidos por Alfonso J. Alfonso González, y como narrador de los hechos históricos, José Antonio López Egío, alcanzándose una sincronización de música y palabra que emocionó. Tras ello, se produjo la intervención del pedáneo Raúl Pardines Igualada, del Concejal de Patrimonio Histórico Rafael Almagro Palacios, y del alcalde de la Ciudad. El acto concluyó con el “Himno a Orihuela” (1918) del maestro Carlos Moreno Soria y José Maciá Abela, en el que el solo del tenor se sustituyó por primera vez, por la voz de una soprano (Susana Vardenyan).

Tras ello, se inauguró la Exposición “La Batalla de Bonaza”, organizada por la Concejalía de Patrimonio Histórico, y por la tarde se efectuó una representación teatralizada de dicha Batalla. Para la organización de todos los actos a desarrollar en este aniversario, se constituyó una Comisión formada por: Rafael Almagro Palacios, Mariola Rocamora Gisbert, Víctor Valverde Sáez, Matías Ruiz Peñalver, Mª Carmen Sánchez Mateos, Leticia Pertegal García y Alejandra Cordero Ortega.

Así, el 30 de agosto se conmemoró el V Centenario de la Batalla de Bonanza, dejando constancia con ello en los anales de Orihuela.

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La vuelta a los puentes en la Oleza dormida

por

Juan de Oleza

 

Calle Mayor de Orihuela

(Foto: A.G. Colomina Riquelme)

 

Los ayuntamientos están para dinamizar el comercio existente y promover, estimular, fomentar y promocionar las condiciones óptimas con el fin de despertar nuevas iniciativas empresariales

Copio de Gabriel Miró, Nuestro Padre San Daniel (primera edición, 1921), este vigente diálogo del capítulo IX titulado –ojalá sea premonitoriamente- “Hasta los males pasan”: “Oleza –interrumpió Alba-Longa- se ha dormido hace mucho tiempo acostada encima de ella misma…

-Se ha dormido –dijo don Cruz- sin que la despierte ni una riada. Duerme y goza al amor de su río. ¡De qué modo puede aplicársele: Fluminis ímpetus laetificat civitatem Dei…! (Salmo 46,5: “El correr de las acequias alegra la ciudad de Dios”).

Pero Alba-Longa no había terminado la perífrasis:

-Acostada encima de ella misma, encima de su gloria. ¡Fue toda gloria!”

Hay más. El fino estilista alicantino, hijo de la oriolana Encarnación Ferrer Ons, recordaba bien Orihuela porque pasó seis años interno con los jesuitas en el Colegio Santo Domingo, tal y como deja cumplida constancia en su novela El humo dormido: “Los domingos se oía desde una ventana el armonium de un monasterio de monjas; pero se oía muy apagado…Y llegó el verano y la hora en que siempre sonaba el armónium celestial: la hora de la siesta; inmóviles y verdes los frutales del huerto místico; el huerto entornado bajo la frescura de las sombras; la calle, dormida; todo como guardado por un fanal de silencio que vibraba de golondrinas, de vencejos, de abejas…Y no se oía el órgano; había que adivinarlo del todo. La monja música dormía la siesta. Lo permite el Señor”.

Dando la típica ‘Vuelta a los Puentes’ de aquella ciudad, verdadera capital del sur de la provincia, el caminante podía encontrarse entonces con establecimientos como El Primitivo Murciano, de Manuel Clemares;  la zapatería de Manuel Rogel Chust; los ultramarinos de José Sánchez, El Casto José; El Capricho de Ángel Belda; La Dalia, establecimiento de novedades para señoras y caballeros de Emilio Peralta; la afamada confitería La Modernista de Joaquín Reymundo; la farmacia de Pedro Castaño; el Café España; El Globo de Martínez y Ferrer; la pañería de Eleuterio García López; la sombrerería El Gavilán de Joaquín López Pinzón; Gran Hotel de España; El Águila de Vicente Galiana; el Café España; la guantería, perfumería, mercería y novedades de José Ortiz García; la papelería Estruch, de la maestra llegada de fuera Enriqueta Estruch; o los archiconocidos Penalva Hermanos.

He vuelto del verano y, en un pausado recorrido de primera hora de la tarde por el centro histórico, he tratado de comprobar la vigencia de los textos mironianos. No pude escuchar ya el armónium celestial tocado por religiosas manos, ni siquiera el gran órgano de la sede catedralicia porque hasta el maestro Santiago Casanova se nos ha jubilado; ni tampoco vibran las golondrinas, ni los vencejos ni las abejas...El silencio se hacía espeso, todo parecía detenido en el tiempo a la hora de la siesta, y hasta estaba dormido el humo del incienso del primer templo de la diócesis donde ni siquiera encontré a ningún Don Magín redivivo junto a la puerta de Loreto; ni a doña Corazón ni a Paulina en busca del P. Bellod para que les aligerara su conciencia. Y es que, si mis cuentas no fallan, de toda la antigua guía del próspero comercio oriolano, solamente han conseguido permanecer en el tiempo la sombrerería El Gavilán, fundada en 1880, cuyo actual propietario es Antonio Peralta Rufete; la actual Pañería y Confecciones García-Molina, cuyo origen data de 1885, hoy convertida en sociedad familiar; y la papelería-librería Estruch, que data de 1892 y actualmente regenta Pablo Ferrer. Los tres establecimientos más que centenarios y con productos de calidad mantienen aún el tipo, como pueden, en una calle Mayor por la que ya no transitan tampoco Grifol, la Monera ni Las Catalanas.

En este deprimente itinerario sestero de comienzos de septiembre, me entretuve –bloc y bolígrafo en mano- con un ejercicio estadístico cuya finalidad no era otra que anotar, por si pudiera servir de algo, el número de locales vacíos que me encontrara en el recorrido. Mucho me costó aprobar la asignatura pero, según el manual Técnicas de Investigación Social de Sierra y Bravo, la observación simple –“el tipo de observación más puro de la investigación social”- es la inspección y estudio realizado por el investigador, mediante el empleo de sus propios sentidos, con o sin ayuda de aparatos técnicos, de las cosas y hechos de interés social, tal como son o tienen lugar espontáneamente, en el tiempo en que acaecen y con arreglo a las exigencias de la investigación científica. Pues bien, el resultado de esta técnica académicamente reconocida arroja un balance de 53 bajos comerciales y 21 entresuelos vacíos que pueden apreciarse a simple vista a lo largo de la popular ruta ciudadana que nos ocupa.

Jamás se me ocurriría responsabilizar a la Administración municipal de la situación lamentable que ofrece tal cantidad de locales comerciales cerrados por falta de rentabilidad o porque el espíritu emprendedor oriolano se encuentra en horas bajas. (Nunca estuve de acuerdo con aquello tan italiano de “¡Piove!, porco Governo; ¡no piove!, porco Governo…). Pero sí considero, sin la menor duda, que los ayuntamientos están para dinamizar el comercio existente y promover, estimular, fomentar y promocionar las condiciones óptimas con el fin –ahora más que nunca- de mantener o despertar nuevas iniciativas empresariales.

Quiero terminar estas líneas volviendo al principio, con las palabras de esperanza -“Hasta los males pasan”- que, al fin y al cabo,  abren el capítulo IX de El humo dormido. Afrontar la revitalización comercial del denominado Cinturón Urbano del Monte de San Miguel (EDUSI dixit) requiere –en opinión de voces autorizadas- reposicionar este espacio como destino comercial de referencia diferencial y exclusivo, facilitar el acto de la compra con actuaciones funcionales de urbanismo comercial, potenciar la conversión digital de los establecimientos, consolidar e incrementar la actividad empresarial en la zona, impulsar la cooperación público-privada y apostar por las Industrias Culturales y Creativas como elemento transversal en la revitalización de este sector tradicional. En definitiva, poner en marcha un ecosistema creativo en el casco histórico de Orihuela mediante la transformación innovadora del mismo.

Me consta que el concejal responsable del Área, Víctor Bernabeu, empresario de éxito con larga experiencia, es consciente de lo que Orihuela se juega en este momento. Yo le animo a que, sin pérdida de tiempo porque estamos ya en el ecuador de la legislatura, remueva todos los obstáculos burocráticos para conseguir que este curso sea el comienzo del impulso económico que la ciudad necesita.


FUENTE:

ES DIARIO. CDAD. VALENCIANA
3 septiembre 2021 08:22 | 
Juan de Oleza / Redacción Orihuela Edición Elche

 

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MI GRAN AMIGO E ILUSTRE MANRESANO D. JOSÉ RAFAEL MANUEL SABATÉ, TUVO LA GENTILEZA DE REMITIRME

UN PRECIOSO CALENDARIO 2021 CON UNA ATENTA CARTA, QUE BIEN PODRÍA SER CALIFICADA COMO ARTÍCULO LITERARIO,

CON TODO LUJO DE DETALLES, SOBRE SU CIUDAD EN CALIDAD DE "CIUDAD DE CINE", SOBRE TODO, HACE HINCAPIÉ 

EN EL RODAJE DE LA GRAN PELÍCULA DE LUIS GARCÍA BERLANGA "PLÁCIDO", REALIZADA POR COMPLETO EN MANRESA.

A CONTINUACIÓN REPRODUCIMOS SU EXCELENTE ARTÍCULO.

 

 

Instantánea del rodaje de la película "Plácido" en la ciudad de Manresa

 

 

MANRESA, CIUDAD DE CINE

2021: 60 años de "Plácido." 125 años de cine

 

por

 

José Rafael Manuel Sabaté

 

En pleno franquismo, el 1961, Manresa viajó por las pantallas por todas partes del mundo por el hecho de haber sido escenario de "Plácido", una de las obras fundamentales de la filmografía del prestigioso director valenciano Luis García Berlanga (1921-2010). La cinta obtuvo un espléndido eco internacional y el 1962 fue nominada al osca de Hollywood a la mejor película de habla no inglesa, aunque el premio lo obtuvo finalmente otro gran director de la historia del cine, el sueco lngnar Bergman.

El 27 de febrero de 1961, hará ahora 60 años, Berlanga y todo su equipo llegaron a nuestra ciudad para iniciar un rodaje que se prolongaría durante siete semanas. La película debía llevar el título "Siente un pobre en su mesa" y era una crítica a la hipocresía de las campañas de caridad La censura de la época obligó a cambiar el título y bautizarla como "Plácido", el nombre de su personaje protagonista, interpretado por Casto Sendra, conocido como "Cassen".

La película, ambientada la noche de Navidad, explica como Plácido y su compañero Gabino Quintanilla (José Luis López Vázquez recorren las calles de la ciudad con su "motocarro" engalanado con una estrella de Navidad aconteció todo un símbolo del film. El objetivo era promocionar una campaña de solidaridad navideña, pero a la vez ,durante la película, su protagonista lucha para conseguir dinero pára pagar precisamente el "motocarro".

La inolvidables imágenes del rodaje de "Plácido" muestran diversas calles y plazas del Centro Histórico de Manresa atestado de gentío, ya que muchos manresanos hicieon de extras o incluso interpretaron pequeños papeles en la película.

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UNA CIUDAD-PLATÓ DE SERIES Y PELÍCULAS

 

La ciudad de Manresa se está haciendo un espacio destacado como escenario para series de televisión, películas, anuncios y otras producciones audiovisuales. Hace ya seis décadas que acogió el rodaje de "Plácido", y aquel acontecimiento forma parte de la historia local, pero posteriormente la ciudad ha ido acogiendo otros rodajes suficiente relevantes. Actualmente, gracias a la labor de la Manresa Film Office del Ayuntamiento de Manresa, la ciudad acoge rodajes de todo tipo. El que ha generado más trascendencia ha sido el rodaje de dos temporadas de la serie "Hache", de la plataforma Netflix, que durante semanas llevó las cámaras y equipos de grabación a la ciudad. La trama se centraba en el local nocturno "Albatross", situado en el Paseo de Manresa, frente al Casino, pero también se grabaron escenas a La Anónima, en diversos espacios del Centro Histórico, a otros barrios e incluso en la fábrica de Pirelli o la Acequia de Manresa, entre otros, y con actores reconocidos como Eduardo Noriega.

Aparte de la serie de Netflix, en este 2020 Manresa también ha acogido el rodaje de "Las leyes de la frontera", del director Daniel Monzón. Como él, han pasado por Manresa algunos de los mejores directores del cine español, como Jorge Torregrossa, Torregrossa, Rodrigo Cortés, Daniel Benmayor o Jaime Balagueró. En el 125 aniversario de la primera proyección de cine, con el cinematógrafo de los hermanos Lumiére, Manresa dedica el calendario de este 2021 a este arte, que nos hace soñar y viajar sin movernos de la butaca. Manresa es ciudad-plató pero también cuna de acontecimientos como el Festival de Cine Negro (Fecinema), que se celebró entre 1999 y 2012, y ha visto nacer directores que han triunfado o todavía lo hacen lejos de nosotros, como Joan Soler, David Victori, Esteve Soler, Gerard Quinto, David Torras...

Ciudad también de salas de Cine (Kursaal, Olympia, Avenida, Apolo, Goya, Atlántida, Cataluña, Sala Loyola y otras) y una entidad fundamental en la difusión cinematográfica como Cine Club. Maresa, con ni más ni menos que 65 años de historia . ¡Manresa, Ciudad de cine!

 

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La Mayordomía de Nuestro Padre Jesús Nazareno, historia y devoción viva

por

Manuel Ramón Vera Abadía

 

Ntro. Padre Jesús Nazareno, Patrón de Orihuela y su huerta

(Foto: Antonio G. Colomina Riquelme)

 

Antes de explicar qué es y cual es la evolución histórica de la Mayordomía de Nuestro Padre Jesús Nazareno, debemos de hacer una serie de precisiones que como más tarde se verá, son muy necesarias para evitar malentendidos.

Lo primero, es explicar la relación con la familia franciscana de la Mayordomía. Hay que detallar que es en torno a 1464 cuando se funda el primer convento de la orden de frailes menores de San Francisco, o Primera Orden en Orihuela. La Santa Sede, autorizaba que se construyese este en la capital de la Vega Baja, instalándose cerca del Segura. Sin embargo, las frecuentes riadas de aquellos años, provocaron que ese lugar extramuros elegido junto al río, se sustituyese por el lugar actual, retirado unos 200 metros de la ribera y en la falda de una pequeña elevación del terreno.

Esta situación, fue sin embargo fundamental para la evolución de la familia franciscana en Orihuela. La situación extramuros del convento, sin embargo permitía una relación muy fluida entre la comunidad franciscana y la ciudad, pero también con la huerta circundante, creándose así una importante red de ermitas y pequeñas iglesias que iban a ser atendidas por miembros de la mencionada comunidad. El Rincón de Bonanza, el Camino de Enmedio, el Molino de la Ciudad, etc. Son sólo algunas de ellas.

Llegados a este punto, hay que explicar que en la “geografía franciscana” es normal hallar manifestaciones referentes al culto a la Pasión de Cristo y a la advocación de Nuestro Padre Jesús Nazareno, y Orihuela no iba a ser una excepción. Precisamente dependiente de ese culto, van a nacer las órdenes terceras por toda España, dedicándose en su mayoría al fomento del culto de la Pasión de Cristo, pero también a otras tareas como la gestión y el mantenimiento de hospitales.

Surge ahora la gran pregunta, ¿Cuándo se establece la Orden Tercera en Orihuela?. Al respecto, son varias las teorías existentes. Por un lado, tenemos a Montesinos que piensa que el establecimiento de la comunidad franciscana, coincide con el nacimiento de la tercera orden en Orihuela, aunque no hay fuentes que sustenten esta afirmación. Por otro lado, y más acertadamente, está la teoría que afirma que el origen, es del siglo XVII. Para ello, se basan en la Concordia que se firma entre la V.O.T. de San Francisco y la Cofradía del Santísimo Sacramento. Precisamente, en esta dirección van los datos hallados por Don Antonio Luis Galiano Pérez que ha encontrado referencias de tipo documental alusivas a la existencia en 1601 de una cofradía o congregación del Cordón o cíngulo de San Francisco.

Con estos datos, sólo queda presentar al objeto de los cultos de esta cofradía o congregación: a Nuestro Padre Jesús Nazareno. De la presencia de esta talla, no hay ninguna mención anterior a 1612. Parece ser que el 29 de marzo de 1612, según Montesinos, se encarga a un escultor residente en la vecina Murcia, una talla del nazareno con la cruz a cuestas. Esta imagen, llegaría un año después, en 1613, siendo recibida en las casas consistoriales y bendecida por el Obispo Balaguer antes de ser conducida al convento de San Francisco. Hay mención a la talla en época más tardía, como ejemplo, la mención de la Concordia antes referida, que detalla la presencia de una talla de Nuestro Padre Jesús que procesionaba, Continuando con el interés de los que ven en esta fecha más tardía la posibilidad de adjudicarle la autoría al estrasburgués Nicolás de Bussy, es muy significativo el hallazgo del Padre Agustín Nieto en el Archivo Municipal de Orihuela de un documento que detalla que el 18 de marzo de 1702, se necesitaba una nueva talla de Nuestro Padre Jesús Nazareno para poder cumplir con las rogativas y procesiones, y que la imagen se había encargado, pero su precio hacía imposible recogerla, pues al convento le faltaban nueve doblones. Esta cantidad, sería entregada, el 29 del mismo mes al síndico del convento, para que pudiese pagarse. Esta nueva fecha, propicia la idea de una segunda talla que por las fechas permitiría hablar de su autoría por parte de Bussy, cercano ya a la fecha de su fallecimiento, acaecido en 1706. Esta talla, de tez muy morena y con rasgos de sufrimiento muy acentuados, que incluyen una postura algo encorvada, hizo que pronto se la bautizara popularmente como “el Abuelo”. Esta talla, desaparecería desgraciadamente en 1936, durante la guerra civil. En 1940, para sustituirla, se encargó al escultor pilareño José Sánchez Lozano una talla de Nuestro Padre Jesús, entregándosele una fotografía, con el compromiso de reproducirla igual y que si gustaba, se le pagaría. Tanto gustó, que el autor recibió 5.000 pesetas de la época por la talla, entregada en 1941 y que ha llegado hasta hoy siendo el Patrón Popular de Orihuela.

Tras dar estas pinceladas sobre el objeto del culto de la V.O.T., hay que explicar que eran muchas las limosnas de los fieles recogidas, destinadas al mantenimiento del culto de la imagen, ornato de la capilla y poco después destinadas también al pago de tronos, estandartes y otros enseres procesionales. Esto hizo que algunos de los miembros de esta fraternidad primitiva, se señalasen por su interés en tener cuidado de la imagen, sobre todo cuando la imagen se mostraba en público, durante las rogativas y las procesiones. Va a aparecer así la figura del mayordomo, el encargado del culto de Nuestro Padre Jesús. La primera mención sobre la aparición de estas figuras, se da en 1709, en el I Libro de Actas, y eran hermanos terceros que se nombraban con carácter anual por el Hermano Ministro, el Padre Guardián y los mayordomos salientes. En un principio, estos mayordomos, serán tan sólo cuatro, uno por cada arrabal o barrio de la ciudad de Orihuela, uniéndose a ellos un quinto, que debía de ser caballero. Normalmente, su elección sucedía a principios de año, y los mayordomos salientes rogaban se les permitiese continuar por un año más, o proponiendo a sus sustitutos entre los terciarios conocidos de su arrabal, confirmándoles de una u ora manera el Hermano Ministro, el Padre Guardián y los mayordomos salientes. Los mayordomos, recogían limosnas de los fieles o propias, y eran también objeto del encargo de otras tareas, como la organización de funciones solemnes o de las procesiones de Semana Santa, por citar las más importantes. Esta nueva categoría, irá aumentando con el tiempo, bien por la necesidad de mayores sumas de dinero para mantener el culto y hacer frente a los gastos de nuevos enseres procesionales, bien por la presión social. La pertenencia a la mayordomía, iba a procurar un prestigio social que pronto será anhelado por muchos y que genera también la aparición de una categoría de mayordomos nueva, que no son terciarios y que abonan una cuota anual Precisamente, esta separación, irá generando también una actitud de intentar separar cada vez más a la mayordomía de la orden. A finales del siglo XIX, el Padre Mariano de la Concepción Luzón, creó unos estatutos que fijaban la pertenencia de la mayordomía a la orden y la primacía de la orden y sus cargos sobre la mayordomía, manteniendo la paz interna. Más adelante, en 1928, hubo otro intento, creando dos tipos de mayordomos, los terciarios, que profesan en la tercera orden, un grupo proporcionalmente pequeño, y luego los mayordomos honorarios, pudiendo serlo todo cristiano que muestre una buena conducta religiosa. Este reglamento, con ligeros cambios, se actualizaría en torno al año 2000.

Antes, hablábamos de los cultos que tienen como centro a la talla de Nuestro Padre Jesús Nazareno, que son básicamente tres, el uno de enero, la novena y el Testamento. La función del uno de enero, no es más que una solemne eucaristía que tradicionalmente se ofrece por los terciarios, mayordomos y nazarenos fallecidos en general, y en especial por los del último año. El predicador, la cera, coro y demás gastos, se costean con las aportaciones de los mayordomos y nazarenos que en la madrugada de Viernes a Sábado Santo, depositan sus limosnas en las bandejas que hacen circular entre las mesas los cuadrilleros. La novena, culto iniciado en 1771, para aumentar el culto a la imagen, tuvo que ser trasladada a la Parroquial de las Santas Justa y Rufina en 1806, puesto que la lejanía de la ciudad y lo pequeño de la capilla, no favorecían ese aumento de fieles. Este culto, desarrollado entre el primer viernes de Cuaresma y la segunda dominica, y para el cual se traslada la sagrada imagen, hay que decir que sólo se dejó de celebrar en 1836 por las exclaustraciones, y durante la guerra civil (1936-1939), y luego hubo de trasladarse por la exposición de la Luz de las Imágenes entre 2003-2004 y en 2010 por la restauración a la que se sometió el templo, celebrándose esta en la iglesia del Monasterio de La Visitación, Salesas. El Testamento, se celebró por vez primera en 1727, aunque parece por las referencias halladas, que ya se realizaba tiempo antes. Se celebraba en principio en noviembre, para establecerse más tarde en el tercer domingo de octubre, sirviendo esta solemne eucaristía para pregonar el mensaje de amor de Cristo. Inicialmente, se celebraba en la Parroquial de las Santas Justa y Rufina, a la cual se trasladaba la tarde del día anterior, contando además con el anuncio de las bocinas de la Convocatoria, que avisaban de ese traslado. Las complicaciones del tráfico rodado y una temporal escasez de mayordomos, propiciaron que desde la década de los años 70 del pasado siglo XX, se optase por celebrar en la iglesia de Santa Ana de los PP. Franciscanos esta solemne función.

Especial relevancia adquieren las procesiones de Semana Santa. Inicialmente, sólo se celebraba la de Viernes Santo, por la mañana, con la presencia de la talla de Nuestro Padre Jesús Nazareno. Esto era hacia 1650, teniendo que esperar hasta el siglo XVIII para tener más detalles de las mismas. En estos años, fueron importantes las suspensiones debidas a la Guerra de Sucesión y el consiguiente saqueo, y a un período de desavenencias entre el Guardián de Santa Ana y la V.O.T. Hay que destacar también la presencia de uno de los rasgos de identidad de nuestras procesiones, la Convocatoria y las bocinas, conocidas como “Gemelas”, aumentando poco a poco el número de imágenes que procesionaban. También fueron dándose cambios en los recorridos, y en la participación, con la firma del compromiso de los gremios de la ciudad para sacar a San Juan y a la Verónica a perpetuidad. Finalmente, quedaba claro que la V.O.T. organizaba la procesión del Viernes Santo, en la cual participaban la Mayordomía del Pilar y la V.O.T. de San Gregorio, que previamente habían trasladado a Monserrate sus imágenes y habían pedido permiso para participar en la procesión el año antes. Previamente, la tarde de Miércoles Santo, la V.O.T. trasladaba sus imágenes al santuario de Monserrate, siendo hoy una de las procesiones más antiguas de la Comunidad Valenciana. Además, hay que destacar que también participaban la convocatoria y la Centuria Romana en esta procesión de Viernes Santo, que iba presidida por la insignia de la Mayordomía. La organización de las procesiones, recaía en los mayordomos, que se distinguían por su posición en el centro de la procesión, llevando un medallón identificativo. Por los lados, iba el resto de los nazarenos, con batas de percal, con cola, cubiertas las cabezas con un tapacabezas encintado, con la cara descubierta y portando un cíngulo que recordaba la imagen de Nuestro Padre Jesús.

Sin embargo, después de diversas vicisitudes, como las exclaustraciones, epidemias y alguna catástrofe natural y la pérdida del patrimonio, la mayordomía volvió a organizar las procesiones de Semana Santa. El aspecto de los nazarenos, no cambió demasiado, túnicas negras de percal, capirotes y caras tapadas, que hicieron que en algunos momentos los que presenciaban las procesiones, con la despectiva expresión “¡que vienen los huertanos”, abandonase el recorrido. Estos años de la posguerra, fueron especialmente difíciles. Reponer todo el patrimonio perdido, túnicas, enseres, tallas… Fueron años difíciles en los cuales los consejos volvieron a trabajar con gran ilusión, sin despreciar a nadie, incluyendo a miembros tanto de la nobleza el Marqués de Rafal, como de las profesiones liberales: abogados, médicos: D. Ángel García Rogel, e incluso sacerdotes En esos años de la posguerra, encontramos un consejo muy luchador, en el cual destaca con luz propia D. Mariano Martínez. Nombrado sacristán a cargo de la imagen, su labor para con la mayordomía, no tuvo fronteras. Procedente de una familia de orfebres, pronto va a propiciar que la mayordomía pueda tener unos cirios para las procesiones, que empleaban unas pilas que había que pelar para poder introducir en su sitio. Siempre preocupado por todo lo que tuviese algo que ver con la sagrada imagen de Nuestro Padre Jesús y su culto, otras veces delegaba en sus colaboradores más cercanos, como el “Chaqueta” para los temas eléctricos. Otras veces, era Francisco González, conocido como “El Espartero” por su ocupación inicial, trabajando el esparto, y que atento a sus órdenes preparaba los tronos o bajaba en un carro de mano las sillas necesarias para poder seguir los sermones de la novena, pues entonces los templos no disponían de bancos para todos y era mucho el público que acudía. También D. Mariano fue un pionero al ganarse a base de monedas de su bolsillo o de invitaciones a merendar la colaboración de los chavales del barrio en algunas tareas, en una época tan difícil para todo, en la que hasta la hojalata se obtenía reciclando los botes de tomate en conserva. Habrá que esperar a finales de la década de los años 50 del pasado siglo XX para tener las primeras túnicas de terciopelo morado, propiedad de la mayordomía, y que en número de diez, causaron una gran sensación por el cambio radical que suponían. Poco a poco, se aumentó este número, hasta llegar a la cincuentena, siempre propiedad de la mayordomía, y sin contar con la presencia femenina, admitida en los otros tercios de la mayordomía. En 1990, tras múltiples sorteos y el desarrollo de multitud de actividades para recaudar dinero, llega el nuevo trono de Nuestro Padre Jesús. El incremento en el número de pilares, de 12 a 18, aunque después ese número se aumentó hasta los 30 actuales, propicio la necesidad de admitir más mayordomos, más nazarenos, iniciándose el resurgir que actualmente vive la mayordomía, un momento muy dulce que continuaría desde 1997 con el cambio en esa Semana Santa del morado al grana cardenal, al igual que el de la túnica de Nuestro Padre Jesús, y que ha introducido la presencia femenina y el aumento del número de mayordomos y la posibilidad de realizar muchos proyectos y retomar de una manera importante la labor social.

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