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ADIÓS NAVIDAD... ADIÓS 

 

 

Artículo de Antonio Colomina Riquelme, publicado en el diario "Información" de fecha 10-01-2024


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ADIÓS NAVIDAD… ADIÓS

 

 

      No es extraño escuchar por lugares públicos en estas fechas navideñas esa frase tan manida de, “qué ganas tengo que pasen las fiestas, qué largas son…” Y es que no les falta razón. La Navidad trae consigo una serie de problemas para casi todo el mundo que son muy difíciles de resolver. Empecemos por las vacaciones escolares. No entro en si son necesarias o no, pero de lo que sí estoy seguro es de las dificultades que acarrean para una inmensa mayoría de trabajadores. Esos 20 días que cierran los colegios se convierten en un infierno para algunas familias. Si tenemos en cuenta que cada maestro tiene a su cargo un promedio de 35 o 40 niños, las vacaciones de éste docente están creándole un grave problema a 35 o 40 familias que no sabrán donde colocar a su hijo durante ese tiempo, ya que, sus padres,  tendrán que realizar su jornada laboral los días hábiles. Los más afortunados podrán dejárselo al cuidado de sus abuelos —aquellos que los tengan todavía y que se encuentren en condiciones psicofísicas de cuidarlos—; otros se las verán  y se las desearán para poder acudir al trabajo y atender a sus hijos.

      También cierran sus puertas los centros asistenciales para niños o adultos discapacitados intelectuales. Durante ese tiempo vacacional estos niños o adultos, tendrán que permanecer en sus domicilios. A los padres se les plantea el mismo problema que a los anteriores,  pero multiplicado. Son chicos muy difíciles, no se les puede cambiar alegremente sus hábitos de vida, echan en falta la actividad que les proporcionan en los centros, y los padres que tienen que trabajar no pueden dejárselos a los abuelos, ni a nadie, ya que son personas que necesitan una atención muy  especializada que todo el mundo no posee.

      Una posible solución para paliar, en parte, este problema sería celebrarlo todo entre el día 24, Nochebuena, 25, Navidad y 26 Reyes. Con ello se acortarían los días de vacaciones. Con esta medida los padres trabajadores encontrarían un alivio ya que sus hijos se incorporarían al colegio una semana antes. Por otra parte, Melchor, Gaspar y Baltasar no se dejarían comer el terreno por Papá Noel que, al venir en Nochebuena, tiene cada vez más adeptos porque pueden disfrutar los regalos una semana antes.

      Las administraciones del Estado, Autonómica y Municipal, sufren un parón en todo lo relativo a la burocracia. En un país como el nuestro donde todo funciona a través de ayudas, subvenciones, becas, permisos, etc.,  durante las vacaciones navideñas se paraliza, en el mejor de los casos  se ralentiza. Cuando un contribuyente, en el ejercicio de sus derechos ciudadanos acude en estos días a una ventanilla oficial y pregunta cómo va algo que él tiene pendiente, la respuesta es: “Estamos al mínimo de personal por las vacaciones, vuelva cuando pasen las fiestas”.

  Los empleados de los grandes almacenes, de los restaurantes, las Fuerzas de Seguridad, bomberos, hospitales, etc.,  tienen que redoblar su trabajo en aras de unos cuantos que se divierten con el gorrito y la corona del roscón. Y todo ello,  ¿Para qué?

      La Nochebuena tiene más connotaciones nostálgicas que otra cosa. Muchos son los que no pueden pasarla con su familia, unos porque ya se fueron para siempre, otros por motivos de trabajo, otros por enfermedad…

       Los gastos desmesurados que ocasionan estas fiestas esquilmando  la economía familiar, hacen que luego en el mes de enero mucha gente tenga que tirar de tarjeta de crédito para poder aguantar hasta  cobrar la próxima paga.

      Pero el gran comercio, no contento con las pingües ganancias que les ha proporcionado la Nochebuena, Navidad, Nochevieja y Reyes, saca inmediatamente ese invento que han llamado  “las rebajas”; de esa forma exprime al máximo al sufrido españolito de a pie.

     Por este año le decimos adiós a la Navidad, quizá la más afligida desde hace mucho tiempo. Hemos tenido que comer y cenar con el macabro espectáculo de los niños destrozados en los brazos de sus padres por las bombas de los israelíes.

     Adiós Navidad... Adiós.

 

Antonio Colomina Riquelme

 

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A PROPÓSITO DEL DÍA DEL PADRE

 

Artículo de Antonio Colomina Riquelme, publicado en el diario "Información" de 11-marzo-2023

 

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Diario INFORMACIÓN

 

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VUELVE SAN VALENTÍN

 

 

Publicado en el diario "INFORMACIÓN" de fecha 8 de febrero de 2023

 

Diario INFORMACIÓN

 

Antes del año 1959 del pasado Siglo, pocos jóvenes sabían que el día 14 de febrero se celebraba el día de los enamorados. Todo comenzó en ese año, cuando un Fernando Palacios, ayudante en la célebre película Las chicas de la Cruz Roja, se le ocurrió llevar al cine una historia sobre San Valentín: El día de los enamorados. Hasta entonces, casi nada se conocía al respecto.

Es cierto que a San Valentín siempre se le ha atribuido el patronazgo de los enamorados. Cuenta la leyenda que el emperador Claudio II prohibió contraer matrimonio a los soldados. El emperador pensaba que, al no tener familia, estos jóvenes estarían más dispuestos a ir a la guerra. Valentín sintió pena por ellos y decidió ayudarles a contraer matrimonio en secreto. De esta forma se convirtió en el santo de las parejas de novios.

El día de los enamorados, película que fue protagonizada por un elenco de artistas de gran popularidad de la época: Antonio Casal, Conchita Velasco, Mabel Karr, María Mahor, Katia Loritz, Tony Leblanc, así como el apuesto Jorge Rigaud en su papel de San Valentín, venido a Madrid a arreglar los “problemillas” que existían entre varias parejas de novios. Tuvo tanto éxito este filme que, por entonces, una floreciente Galerías Preciados, se adhirió a la celebración del día de los enamorados anunciando por todos los medios posibles la conveniencia del intercambio de regalos entre los novios. Ya se introdujo en las retinas de los espectadores aquellas jovencísimas y guapísimas parejas, y sus peripecias por un Madrid idílico donde todavía se podía aparcar en la Gran Vía para tomar un refresco en una de sus numerosas terrazas. Pero aquella bonita película tenía que entrar igualmente por los oídos, para ello crearon la canción del mismo título del filme, El día de los enamorados, que cantaban sus bellas actrices con las voces de Los Globe Trotters. Constituyó tal éxito que aún es recordada o tatareada por mucha gente.

En 1962 el mismo director cinematográfico Fernando Palacios, reaparece con otra película del mismo corte de la anterior: Vuelve San Valentín. Protagonizada por Jorge Rigaud —que repite en su papel del santo venido a Madrid—, José Luis López Vázquez, “Casen”, Amparo Soler Leal… En esta ocasión, aunque la cinta tuvo buena acogida por parte del público, no consiguió el éxito de la primera, pero sí logró consolidar la costumbre en España de celebrar el día de los enamorados.

Hoy día, lo que comenzó tímidamente a celebrarse a primeros de los 60, ha llegado a su cenit; se ha pasado de intercambiarse modestos regalos entre jóvenes enamorados el 14 de febrero, a sumarse a la celebración, padres y abuelos, que también dicen tener derecho a estar enamorados de sus actuales parejas, o de las nuevas, una vez separados de las primeras y formado una nueva relación sentimental.

Los pequeños comercios, grandes superficies comerciales, joyerías, floristerías, y toda clase de tiendas, anuncian con tiempo suficiente sus productos para regalar a sus respectivas consortes. Las confiterías venden la “tarta de los enamorados” con el corazón de Cupido. Los hoteles ofrecen sus servicios para alojar a toda clase de enamorados que deseen pasar una noche de amor inolvidable con cena, baile y desayuno especial para el día después. Las agencias de viajes brindan sus servicios para vivir ese día en algún lugar exótico… Aunque la crisis que sufrimos también hace mella en todas estas tradiciones, todos los años, infaliblemente, en febrero, vuelve San Valentín.

Antonio Colomina Riquelme

 

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FIN DE CURSO ESCOLAR, CAOS TOTAL

 

Hemos llegado al fin de curso y, como siempre, con resultado mayoritariamente negativo para nuestros escolares. Son muy pocos los que acaban limpiamente con todas sus asignaturas aprobadas.

A mí me gustaría romper una lanza en favor de nuestros niños y jóvenes que ahora reciben el acoso de los padres por los suspensos que han llevado a casa. No se debe culpar siempre a ellos del bajo rendimiento. Alguna culpa tendrá también otros factores ajenos al comportamiento del estudiante.

De todos es sabido que en España tenemos un sistema educativo bastante deficiente, el fracaso escolar existente así lo demuestra. Si a ello le añadimos el calendario de fiestas y vacaciones excesivamente largo que resta horas lectivas, el problema está servido.

Pero luego existen otras causas que, aunque parezcan menores, no lo son si las analizados detenidamente en profundidad.

Los niños y jóvenes de este país nacen prácticamente en las guarderías, cuando llegan a los 12 ó 13 años de edad están saturados de tanto colegio. Madrugan mucho para asistir a sus centros escolares, tras un frugal desayuno, cargan con pesadas mochilas, mucho más pesadas de lo que sus frágiles espaldas pueden soportar. Los profesores, incapaces de impartir sus asignaturas dentro de las horas lectivas que marca el calendario, abruman a los escolares con farragosos deberes para realizar en casa tras una jornada larga en el colegio, jornada que deben continuar en el hogar. Algunos niños y jóvenes compatibilizan sus estudios con actividades extraescolares: música, deportes, idiomas.... todo un atiborramiento de materias en sus tiernas cabecitas.

Cuando un escolar se ve agobiado y el cansancio se hace patente en él, surge la apatía, y es cuando el profesor o tutor aprovecha para llamar a los padres de su alumno y justificarse: que si su hijo no aprueba porque no quiere; que si está mirando a las musarañas; que no presta atención…; en algunos casos, y subrayo lo de algunos casos, lo que está haciendo el profesor es justificándose por su incompetencia profesional y, al mismo tiempo, está enfrentando al alumno con sus padres que no tardarán en cargar las tintas contra su hijo con drásticos castigos. ¿Por qué los profesores en lugar de culpar del fracaso a los alumnos no solicitan de las autoridades que las vacaciones estivales se circunscriban sólo y exclusivamente al mes de agosto? Con ello se ganarían horas lectivas: medio mes de junio, el mes de julio y parte del mes de septiembre, los alumnos tendrían más tiempo para desarrollar todas las asignaturas del curso escolar y andarían con menos prisas a la hora de los exámenes finales. Claro que los profesores ya no disfrutarían de tres ricos meses de vacación estival…

Yo propondría que antes de amargarles la vida a nuestros hijos dejándoles sin la piscina, el ordenador, la salida con sus amigos o cualquier otra distracción como castigo por los suspensos que ha llevado a casa, hagamos una reflexión y nos pongamos en la piel de ellos y, si en algún caso, es cierto que el niño o niña suspende por falta de capacidad o indolencia, tampoco hay que convertirlo en una catástrofe. No hemos traído hijos al mundo para convertirlos en máquinas; ni hacer de él un proyecto de algo que nosotros nunca pudimos alcanzar. Dejemos que descansen y puedan comenzar el nuevo curso escolar con renovadas energías.

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El autor Antonio G. Colomina, posa en Gibraltar con un policía colonial británico

 

 

 

GIBRALTAR, SIEMPRE ESPAÑOL

 

 

Publicado en el diario INFORMACIÒN de  07-09-2023

 

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A propósito del altercado suscitado por las autoridades de Gibraltar con los pescadores españoles, y anteriormente con las patrulleras de la Guardia Civil que vigilan el narcotráfico procedente de la roca en la Bahía de Algeciras, me gustaría hacer algunos comentarios al respecto.

Como todo el mundo sabe Gibraltar fue usurpada en 1704, en una acción conjunta de la marina británica y holandesa. Por asuntos de política internacional y sucesiones monárquicas que ahora no vienen al caso, España se ve en la necesidad de firmar un tratado en Utrech (Países Bajos), por el que concede a Inglaterra la propiedad de Gibraltar, según el artículo X de dicho tratado que dice textualmente: "España cede la ciudad y castillos de Gibraltar, juntamente con su puerto, defensas y fortalezas que le pertenecen, sin jurisdicción alguna territorial y sin comunicación alguna abierta con el país circunvecino por parte de tierra".

Los británicos, desde la ocupación de Gibraltar han vulnerado reiteradamente el tratado de Utrech, aprovechándose, posiblemente, de su poderío militar, económico y su influencia política a nivel mundial.

Pero, de todas las violaciones que han llevado a cabo, creo que la más grave y villana se produjo en 1815 (111 años después de su ocupación). La población de Gibraltar padeció una epidemia de fiebre amarilla, el gobierno británico cursó una petición al español para instalar unos barracones en zona neutral que sirvieran de hospital para los enfermos al carecer de espacio en la roca; España humanitariamente accedió al ruego inglés, pero una vez acabada la epidemia, lejos de retirarse de esta zona, construyeron una verja apropiándose también del territorio neutral. Esta expansión territorial es la que les sirvió muchos años después para ampliar su población y construir —aprovechando la confusión de la Guerra Civil española— el actual aeropuerto.

Ya, en la Era moderna, siendo ministro el Sr. Castiella (1969), se cerró la verja que daba paso terrestre a la Colonia, cumpliendo así una de las condiciones del tratado y como medida de presión por parte del Gobierno Español, quedando cortado el cordón umbilical que daba vida a las dos ciudades: Gibraltar y La Línea de la Concepción. Cinco mil trabajadores españoles quedaron en paro y los gibraltareños sufrieron la asfixia al verse aislados sin alimentos frescos, ferias, corridas de toros, partidos de fútbol y el vinito de las estupendas bodegas linenses. Mientras tanto, el Gobierno Español recolocaba a los obreros en puestos de trabajo ofertados por toda la geografía nacional y emprendió un plan de desarrollo para el Campo de Gibraltar. Industrias como: Petroquímica, Refinería de petróleo, Acerinox, Confecciones Gibraltar, etcétera. Miles de viviendas sociales se edificaron y se crearon diversos centros de enseñanza. Se construyó un gran estadio de fútbol, entre otras instalaciones deportivas, así como centros culturales y sanitarios.

En 1982 fue abierta de nuevo la verja para peatones y tres años después para vehículos; recobrando, tanto la zona administrada por los ingleses como la española, una actividad comercial y turística de primer orden.

Lejos de lo que mucha gente cree al Reino Unido le importa bien poco poseer seis kilómetros cuadrados de piedra y una pequeña ciudad de treinta mil habitantes hispanoparlante a miles de kilómetros de Londres. Que Gibraltar es territorio español es una obviedad, pero para los británicos es una base militar de gran importancia. Al Peñón han sabido sacarle partido, es una fortaleza, existen en su interior un laberinto de túneles, pasadizos y galerías, donde la guarnición militar inglesa aloja sus arsenales armamentísticos. El Reino Unido no quiere ni oír hablar de la descolonización de Gibraltar; para ellos es uno de los últimos reductos de su imperio colonial, la puerta del Mediterráneo, una de las legendarias Columnas de Hércules, la joya de la corona...

Las ciudades de Gibraltar y de La Línea de la Concepción están unidas indisolublemente por lazos de consanguinidad y económicos. La segunda se hizo a la sombra de la primera. Son centenares los jóvenes gibraltareños o “Llanitos” —como también se les denomina—, los que se han cruzado mediante el matrimonio con los linenses. Viven infinidad de niños en Gibraltar que tienen a sus abuelos, tíos y primos en la parte española y viceversa. Reciben una educación a la inglesa, sin embargo, el idioma habitual entre ellos es el español con acento andaluz, entremezclando en las conversaciones palabras sueltas o pequeñas frases en inglés.

Las circunstancias tan especiales que envuelven a toda la zona hacen necesario un acuerdo tácito de convivencia pacífica entre ambas partes, no exento de la histórica reivindicación española sobre la Colonia. Nada que ver con el caso de Ceuta y Melilla —aunque algunos se empeñen en hacer cierto paralelismo—; estas dos últimas ciudades, aunque en suelo africano, ya eran españolas antes de que se fundara el reino de Marruecos.

Deben de cesar por parte británica los hostigamientos e intimidaciones hacia nuestros pescadores y Fuerzas de Seguridad. Nuestro ministro de Exteriores debería recordarle a su homólogo inglés que para llegar a Gibraltar hay que franquear necesariamente el espacio aéreo, las aguas jurisdiccionales o la frontera terrestre españoles, por lo tanto, las llaves del Peñón, aunque les pese, las tiene España y, aunque no sería deseable, puestos a molestarnos algo podremos hacer…

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ANIMALES


 

 Amo tanto a los animales, les veo tan vulnerables, son tantos los abusos que el hombre ejerce hacia ellos,  que soy incapaz de tener alguno, aunque parezca una incongruencia así es.

       Cuando era un niño, en casa de mis padres había una perra loba, se llamaba Almenara, vivía como uno más de la familia, la cuidábamos y ella nos cuidaba a nosotros, en la parte trasera de la casa había un gran patio con algo de terreno donde mi padre gustaba de criar animales y plantas, ella mantenía a raya a cualquier ladronzuelo que quisiera acceder a robar algún conejo o gallina de las que teníamos allí. Con sus ladridos ahuyentaba al ocasional intruso, alertando enseguida a mis padres que salían inmediatamente a mirar por los sitios donde era susceptible de colarse algún amigo de lo ajeno.  Se hizo viejecita mi perra y la vimos enfermar. Confieso que todavía  recuerdo aquella mirada triste y angustiada de mi Almenara, que parecía querer despedirse de nosotros. Al escribir esto aún me emociono y me estremezco al recordar aquellos ojos. Mi pobre perra murió después de llevar en mi casa muchos años. Me prometí a mí mismo que cuando me independizara y tuviese mi propio hogar jamás tendría ningún animal de compañía. Sentí aquella muerte como si de un familiar muy allegado se hubiese tratado.

     Después de muchísimos años, ya casado y con hijos, un día llegó volando hasta mi balcón un canario, posiblemente escapado de la jaula de alguien cercano a mi domicilio, pero al no enterarme quién era su propietario no lo pude devolver. Mis hijas, muy pequeñas todavía, me rogaron que comprase una jaula y alpiste para cuidarlo ellas. Era muy bonito, tenía un plumaje variopinto, a los pocos días comenzó a cantar por las mañanas, era una maravilla escuchar sus gorgoritos y cambios de tono. Todos los días desayunábamos con un concierto que nos daba nuestro Nicol—así le llamábamos en casa.

      Llevaba con nosotros poco más de un año y dejó de comer, se acurrucó en el extremo de uno de los palos que tenía la jaula y ya no cantó más. Me dio tanta tristeza verlo así que me arrepentí de haberle dado cobijo, al final murió. Mis hijas, llorando amargamente, con una tela de raso forraron un viejo estuche de lápices e introdujeron dentro al pobre pajarito tras darle un beso, una vez cerrado, me pidieron que le diese sepultura. Así lo hice, con un nudo en la garganta me marché a un parque cercano a mi domicilio, allí, debajo de un pino, hice un agujero y deposité la cajita con lágrimas en los ojos.

      Todo esto viene a cuento por las barbaridades que el ser humano comete con los animales simplemente por diversión. Hace unos días vi en la televisión como lanceaban a un toro en Tordesillas sin ninguna piedad. Los mozos, por una mal entendida tradición, echan a la calle una res y la ensartan con lanzas desde todos los puntos hasta abatirla, el animal, mira hacia todos los lados asustado sin comprender por qué le hacen eso. Le dan una muerte horrorosa mientras ellos se ríen y saltan de alegría.

      En Manganeses de la Polvorosa, hasta hace poco lanzaban una cabra desde un campanario. Ahora, para evitar sanciones de la autoridad tiran un muñeco con fuegos de artificio.

      Son diversas las ciudades que en sus fiestas echan toros a la calle: El toro embolado, bous al carrer, toros al agua, el toro ensogado. (…)

     En Candás, hacen algo que a simple vista parece muy inocente, la suelta de patos al agua. A decir de algunos expertos esos animales sufren porque se tiran a cogerlos muchos jóvenes bañistas y los asustan; además, el agua salada no es el elemento natural de ellos.

     Se celebran fiestas donde cuelgan por las patas aves vivas y los mozos se tiran a cogerlas arrancándoles  la cabeza.

      Todos los animales, sin excepción, son explotados por el hombre: Carreras de caballos, carreras de galgos, peleas de gallos, corridas de toros… Y no digamos aquellos que producen: Gallinas enclaustradas comiendo día y noche con luz artificial para la producción de huevos, vacas que son ordeñadas mecánicamente sacándoles el máximo provecho, mataderos donde abren en canal algunos animales todavía vivos, ocas que las embuten para engordarles el hígado artificialmente y producir más cantidad de paté…

      Las corridas de toros siguen siendo el máximo exponente del maltrato animal por parte del ser humano. El toro, bien criado en la dehesa—no lo discuto—, lo meten en un cajón de unas proporciones tan reducidas que no puede girar hacia ninguna parte. Lo trasladan hasta el lugar donde se va a celebrar la corrida—a veces,  cientos y cientos de kilómetros—. Después vendrá el clavarle la divisa en su lomo, ser picado desde un caballo—que también sale con los ojos vendados y exponiéndose la vida—, es banderilleado y muerto a estoque, algunas veces tan mal que tiene que ser descabellado torpemente repetidas veces. Cuando el toro, en legítima defensa, proporciona al torero una cornada le llaman “toro asesino”. Yo me pregunto: ¿Quién lo es más?

      Los animales irracionales se merecen un respeto por parte de los animales racionales, al fin y al cabo somos todos seres vivos que hemos nacido y vivimos en este planeta que llamamos Tierra, (otra tontería del hombre cuando las tres cuartas partes del planeta es de agua). A veces, el instinto de los animales supera a los sentimientos del hombre, si no, vean esos casos que se dan de perros que al morir sus dueños se van al cementerio al lado de la tumba y acaban muriendo ellos también de hambre y de tristeza.

      Y todo el bien que hacen por la humanidad: lazarillos inseparables de personas con ceguera, perros policía que ayudan a encontrar niños perdidos o heridos en catástrofes como terremotos, búsqueda de alijos de droga, etc.

      Deberíamos meditar sobre las enseñanzas de San Francisco de Asís y, como él,  considerar a los animales verdaderos hermanos nuestros.

      Qué razón tenía Roberto Carlos cuando cantaba aquello de “…yo quisiera ser civilizado como los animales…”

 

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LA MUJER TRABAJADORA

 

 

Las lumbreras que han elegido el nombrecito se han llenado de gloria: “Día de la mujer trabajadora”. Entiendo que se refieren a las mujeres que trabajan fuera del hogar. ¿Y las que lo hacen en su casa cuidando niños, realizando la limpieza, la compra, la comida, la colada, planchando… acaso esas no son trabajadoras? Y las peor pagadas, pues ni salario ni derecho a pensión de jubilación.

¿Y las que trabajan fuera y cuando llegan a casa también lo hacen en las labores domésticas? Si queremos ser coherentes debemos quitar lo de “trabajadora”, pues todas lo son de una u otra manera, y algunas, como digo anteriormente, de las dos.

Pero puestos a reconocer méritos y en aras de esa igualdad que tanto cacarean las feministas, habría que dedicar otro día al “hombre trabajador”. Y a los abuelos que cuidan a sus nietos, y otro día al desempleado, y otro a la mujer embarazada, y otro y otro…

Y es que, el dedicar un día especial del año a algo que es obvio parece una soberana tontería. ¿No se celebra ya la fiesta del trabajo el 1 de mayo? Ahí debe de entrar todo el mundo: la mujer, el hombre, el joven y la joven que estudia y todo el que realiza alguna actividad.

Creo que está bien dedicar una jornada al año a la Cruz Roja, a la lucha contra el cáncer, o cualquier organismo sin ánimo de lucro que preste un servicio importante a la sociedad con la finalidad de concienciar a la ciudadanía y solicitar su aportación económica. Todo lo demás son ganas de “marear la perdiz”, hacer demagogia por parte de los políticos y confundir al personal para captar votos que los sitúe a ellos en la poltrona. Muy pronto conseguirán nuestros políticos esa igualdad tan deseada: ¡Todos al paro!, allí no existen diferencias entre el hombre y la mujer. Mientras tanto, ellos, no perderán ni una sola de sus prebendas.

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LA CARIDAD POR ENCIMA DE TODO

 

 

 

El caso del enfermo terminal italiano Pergiorgio Welby, que ha saltado a las páginas de todos los periódicos y que murió hace pocos días cuando un médico le desconectó el aparato que le hacía respirar artificialmente, ha sido impactante para el mundo cristiano. Primero por el hecho de ser desconectado para dejarle morir; después por negarle la Iglesia Católica un funeral argumentando que el caso ha sido muy “clamoroso” en toda Italia.

En este asunto, a mi modo de ver se plantea un triple conflicto; por un lado está la moral cristiana, por otro el sufrimiento humano, por último la jerarquía eclesiástica que niega un funeral católico que la familia del fallecido desea.

Como ese viejo refrán español que tanto se repite: “una cosa es predicar y otra dar trigo”. El hecho es que existe un hombre que respira gracias a una máquina, su inmovilidad es absoluta, es alimentado por sondas, sus dolores corporales son continuos y no hay ninguna posibilidad científica de recuperación. Este hombre desea dejar de sufrir y de hacer sufrir a los demás, quiere que no le prolonguen la “vida” de esa manera y ser desconectado de la máquina para descansar en paz. Esta decisión personal, como ser humano la comprendo. La moral católica aconseja que siga “viviendo” artificialmente hasta el final. La razón humana dice que hay que encontrarse así para saber qué haría cualquiera de los que ahora se atreven a juzgar a esa persona.

Una vez consumado el hecho y fallecida la persona en cuestión, la familia pide a la jerarquía de la iglesia que le celebren un funeral cristiano a Pergiorgio Welby. Mina Welby explicó que el párroco, Giovanni Nonne le indicó que “el Vicariato había comunicado a la parroquia que suspendiera el funeral porque el caso es demasiado clamoroso en Italia”.

¿Quiere decir esto que si no hubiese sido el caso tan “clamoroso” en Italia se habría celebrado el funeral? ¿Estamos ante un “castigo” ejemplarizante de la iglesia por no seguir sus postulados?

Como católico que soy, algunas veces me perturba enormemente las decisiones de la jerarquía (que no de la iglesia), ante algunos casos en los que gobiernan las conciencias con mano de hierro. Los obispos, presbíteros y diáconos han sido ordenados para administrar los sacramentos y sacramentales como dice muy clarito el evangelio. —“Id proclamando que el reino de los cielos está cerca. Curad enfermos, resucitad muertos, purificad leprosos, expulsad demonios. Gratis lo recibisteis; dadlo gratis”—[Mateo 10,7-8]

Cuando el evangelista escribe la palabra “gratis”, no sólo está diciendo que no se cobre nada por ello, sino que no se pongan trabas.

La jerarquía eclesiástica debe de dejar a un lado los impedimentos para ejercer su ministerio. Ellos no deben juzgar las conciencias de nadie, cuando una persona pide un sacramento se le debe administrar, sea o no digno de recibirlo, lo que hay en el interior del alma sólo le concierne a Dios juzgarlo, no a los hombres.

Con esto no quiero decir que esté bien o mal la decisión de Pergiorgio Welby, eso no puede saberlo nadie sin antes pasar por ello; en cualquier caso será Dios quien diga la última palabra. Sin embargo, sí digo públicamente, que le decisión de la iglesia al suspender el funeral que la familia solicitó, es bajo mi punto de vista, totalmente detestable.

La caridad por encima de todo.

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OTEANDO EL HORIZONTE

 

 

Los que ya peinamos canas nos sorprendemos cada día más con las situaciones creadas en la sociedad de hoy en día. El mundo que a nosotros nos tocó vivir en nuestra niñez no se asemeja al de hoy absolutamente en nada. No es que nuestra época fuera la de Dorothy en Oz, un mundo de vivos colores más allá del Arco Iris; pero, desde luego, no creo que ésta tampoco lo sea.

El choque generacional que algunos pretenden hacernos creer que es la causa primordial de ese desencuentro entre mayores y jóvenes no es tal, las personas metidas en años, por eso, por pesar sobre sus espaldas muchos lustros tienen más elementos de juicio que los jóvenes. Han vivido épocas distintas, acumulan más experiencia, y el paso del tiempo les ha ido curtiendo en todos los órdenes de la vida. Por ello, creo que están en condiciones de poder comparar la sociedad de antes con la de ahora, los jóvenes solo pueden opinar de la actual, y si saben algo de atrás es porque lo han leído, pero no es lo mismo; es como ver una película o que te la cuenten.

Los niños de ahora —no todos afortunadamente— están atendidos, en el mejor de los casos por sus abuelos, eso cuando no sean provistos de un móvil y de la llave de su casa. Al salir del colegio llegan al ¿hogar?, y éste se encuentra solo, frío… el niño 10, 12 años, merienda lo que encuentra y lejos de realizar sus deberes escolares conecta el ordenador y se pone a chatear. La madre —si es separada—, o el padre, da igual, o ambos a la vez si el matrimonio está al completo, al llegar del estresante trabajo del día se encuentran la casa revuelta —como la dejaron, claro está—, entonces descargan la adrenalina acumulada contra el hijo/a: que si eres un gandul/a, que si no has hecho nada, que si lo tienes todo por en medio, que si te voy a partir la cara… eso si no se va directamente y le suministra una buena ración de palos.

El resultado final es que el niño/a, va creciendo en un ambiente de falta de cariño, traumas por las separaciones, vídeos guerreros, gritos, agresiones verbales y físicas de los padres… Que si tu madre/padre te tiene muy consentido/a, que si te voy a mandar con tu padre/madre porque eres un tal o un cual…

Los niños de hoy sufren, repito, no todos por suerte, eso y mucho más. Las consecuencias ya las conocemos: malas contestaciones y falta de respeto, agresiones a los profesores, peleas entre compañeros, vocabulario soez y a veces blasfemo, cometen barbaridades para grabarlas en su móvil y luego colgarlas en Internet, no atienden en las clases, con el consiguiente fracaso escolar —según las estadísticas un 50 % etcétera.

Los mayores no pueden ver bien estas cosas. ¿Acaso es normal una vida así? Antes las madres estaban siempre en casa esperando a sus hijos para atenderlos, ayudarles en todo, preocuparse por ellos… Quizá se podía ir menos de vacaciones, o se carecía de coche, o se vivía de alquiler —lo que tenía sus ventajas pues las hipotecas, el IBI y las comunidades de vecinos traen a mucha gente de cabeza—; pero a fin de cuentas las familias permanecían unidas, siempre arropando a los hijos y éstos se sentían protegidos y queridos por sus progenitores.

Es muy frecuente ver ahora en pleno invierno por las mañanas, aún siendo de noche, a madres con sus bebés envueltos en una manta por la calle para llevarlo al cuidado de sus abuelos con el fin de que ellas puedan comenzar su jornada laboral a las ocho. ¿Acaso es choque generacional pensar que esa clase de vida no es buena para los adultos del día de mañana?

Por otra parte el desconcierto que sufren con el sistema educativo, siempre bajo los vaivenes políticos. Los libros de texto son cada vez más complicados, cambian de un año para otro para que sean inservibles a los que vienen detrás. Antaño, una familia de tres o cuatro hijos podía aprovechar los libros que iban heredando del mayor al menor de los hermanos. Los padres les forraban las tapas al comprarlos y les encargaban a los chicos que cuidaran sus páginas para que llegaran a los demás en buenas condiciones. ¿Qué es eso de escribir en los libros? Eso lo hacían en libretas rayadas o cuadriculadas, pero nunca en los libros. A los niños de entonces les enseñaban a mimar el material escolar; se enorgullecían de acabar el curso y tenerlo todo impoluto… ¿Y qué decir del transporte de las mochilas? Es inhumano que tengan que soportar sobre sus tiernas espaldas tal cantidad de kilos. Niños de apenas 6 ó 7 años deben soportar cargas muy pesadas para su edad. Antes, en cambio, con una cartera de mano conteniendo un libro (enciclopedia), dos libretas, una para cálculo y otra para dictados, un catecismo, un plumier conteniendo un lapicero, pluma de palillero, goma de borrar y un sacapuntas, pertrechados con tan escasos medios afrontaban la dura tarea del día escolar; el resto lo ponían aquellos vocacionales y polivalentes maestros de entonces que prepararan a sus alumnos para afrontar futuros estudios superiores o emprender una vida laboral.

Y ahora, en este horizonte, echemos un vistazo a la situación de los adultos: El español de hoy se encuentra inmerso en una sociedad hostil e injusta para él. La invasión de inmigrantes que hemos sufrido en los últimos años, con la anuencia del Gobierno, ha sido de todo punto descabellada. Los extranjeros venidos en su gran mayoría de países africanos o latinoamericanos han sido legalizados en nuestro país sin apenas requisito alguno. A los pocos años de estar aquí han accedido a viviendas sociales que sudaron los bisabuelos, abuelos y padres de los actuales jóvenes españoles. El sacrificio de sus antepasados lo están disfrutando los que han venido de fuera que, a su vez, han tirado de los suyos. El español se siente traicionado por sus dirigentes políticos que están dando nuestra riqueza a los foráneos: puestos de trabajo, viviendas, asistencia sanitaria, pensiones, prestaciones sociales de todo tipo… A cambio, ellos desprecian lo español, no desean integrarse, exigen mezquitas, cementerios, asistir a los colegios con pañuelos en la cabeza y que se retire todo lo que huela a cristianismo… Cuando un español recrimina a algún inmigrante su comportamiento que no corresponde a nuestras costumbres y normas de convivencia se le reprocha que sea un xenófobo o racista…

Los políticos, desde sus residencias bien vigiladas y protegidas hablan de talante, solidaridad, globalización… todo esto, dicho así, queda muy bonito; pero el español de a pie tiene que sufrir en sus carnes la inseguridad ciudadana: atracos, robos, violaciones, secuestros exprés, estafas, etcétera. Si arrienda una vivienda a un inmigrante lo más seguro es que no cobre el alquiler, que le llene el piso de gente convirtiéndolo en un ergástulo, que se lo destrocen, y cuando por fin la justicia actúe tras mucho tiempo de presentada la denuncia por impago, se encuentre el piso tan deteriorado que para poderlo rehabilitar necesite una buena cantidad de dinero. El suministro de agua y luz lo habrán suspendido también por falta de pago… Mientras, el inquilino, cuando sea desahuciado legalmente, se irá en busca de otra vivienda que hará exactamente lo mismo.

El español sufrió una posguerra muy dura, soportó muchos años de penurias, también se vio obligado a emigrar en muchos casos, pero aquella emigración no se puede comparar en nada a esta inmigración. En España existía un órgano oficial del Estado llamado Instituto de Emigración que proporcionaba puestos de trabajo en otros países a demanda de éstos; a los ciudadanos que decidían marcharse se les dotaba de pasaporte, contrato de trabajo, billetes de tren y hasta una pequeña cantidad en efectivo para los gastos de viaje. Naturalmente, cuando el emigrante comenzaba a ganar dinero debía reintegrar lo prestado. Otros, permanecieron aquí soportando toda clase de estrecheces, pero con el esfuerzo de todos, los que se fueron y los que se quedaron, España salió adelante. Los hijos y nietos de aquellos, ahora se ven acosados por esta inmigración desordenada que campea a lo largo y ancho de España exigiendo, ¿qué derechos?

La crisis económica que padece España que tiene su origen en la crisis mundial, y también en la particular de nuestro país, está siendo muy profunda, el desempleo causa verdaderos estragos y aún será peor cuando a las familias se les acabe el subsidio. Esto hará que el español se soliviante y emprenda un odio hacia el inmigrante que tiene trabajo y vivienda oficial. Se producirá una dicotomía entre los habitantes de este país. Ya se leen algunas pintadas en paredes que rezan así: “Español parado, inmigrante expulsado”. Eso tampoco es justo, pero es inevitable que algunos lleguen a pensar de esa forma.

También es de justicia reconocer que se han instalado en nuestro país inmigrantes, sobre todo procedentes de países como Argentina, Cuba y Uruguay, que se han integrado perfectamente, y es natural porque entre ellos y los españoles existen muchos vínculos históricos y concomitancias.

El Gobierno debe acometer medidas drásticas tendentes a solucionar este estado de cosas. La educación de los niños y jóvenes debe mejorar. La inmigración tiene que limitarse a lo estrictamente necesaria, la que el país pueda asumir, el “coladero” existente hasta ahora debe acabar, por el bien de ellos y por el de los españoles.

 

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CUANDO LO IRRACIONAL SE CONVIERTE EN LO COTIDIANO

 

 

 

Vaya por delante que no estoy sistemáticamente en contra de la fiesta. Creo que el ser humano tiene derecho al trabajo, al descanso y a la diversión, pero esto último dentro de los límites que dicta el sentido común.

Cuando me dispongo a escribir este modesto trabajo acaban de finalizar las Hogueras de San Juan y, con ello, el suplicio que supone para algunas personas y también para las mascotas. El debate sobre la ubicación de los monumentos fogueriles, las barracas y el disparo de las mascletás surge todos los años. Al final nunca se llega a una solución que satisfaga a nadie, todo seguirá igual…

Es un hecho real que las Hogueras de San Juan constituyen por sí mismas una fuente de ingresos para mucha gente, crean trabajo y fomenta el turismo con lo que conlleva todo eso. Sin embargo, hay algo en lo que los alicantinos no están de acuerdo, como hemos dicho anteriormente es en el lugar donde se han de emplazar las hogueras y barracas.

Por tradición, desde que se fundaron estas fiestas en Alicante, tanto los monumentos fogueriles como las barracas se vienen plantando en calles y plazas. Parece que, antiguamente, era lo natural para que el pueblo disfrutara; pero las circunstancias actuales han cambiado. Lo que era una ciudad de cincuenta mil habitantes se ha convertido en una capital de trescientos cincuenta mil, sumándole los visitantes de estos días podría duplicarse ese número. Está claro que obstruyendo las calles con esas instalaciones están creando un caos circulatorio. Muchísimos garajes que pagan sus vados religiosamente al Ayuntamiento quedan sus puertas taponadas por las vallas de las barracas, condenando a los propietarios de vehículos a no utilizar su coche durante los días que dura la fiesta. No hablemos de la imposibilidad de acceder en caso de emergencia con vehículos como: ambulancias, bomberos, policía, etcétera.

Otro problema que generan estas fiestas son los ruidos. Las barracas, con sus miles de vatios en los altavoces al pie de las viviendas hacen que sea imposible el descanso. No hay que olvidar que existen personas que no se les puede alterar de esta manera: enfermos, discapacitados, bebés, ancianos… y hasta los animales de compañía. A este respecto las autoridades han puesto como hora límite para que cese la música las cuatro de la madrugada, pero la realidad es que la mayoría se pasan con creces esa hora, y también con los decibelios.

El concurso de las mascletás que se lleva a cabo todos los días en la Plaza de los Luceros, igualmente existe controversia en ello. Los estruendos son tan enormes que los residentes en la zona que pueden permitírselo suelen ausentarse; se quejan de destrozos en cristaleras, vajillas y algunos dicen que tiemblan sus muebles y enseres. La fuente de Los Luceros, obra de arte del arquitecto Bañuls, ha tenido que ser restaurada en varias ocasiones.

Algunos párrocos ponen el grito en el cielo —nunca mejor dicho— por la proximidad de hogueras a sus iglesias, hecho que ocasiona graves perjuicios a las fachadas de estos edificios históricos.

La venta y uso de petardos tampoco está controlado, los adultos aficionados a esta práctica se dedican a molestar en las horas más inoportunas con potentes artefactos, después de hacer la “gracia” se marchan riéndose por el susto causado a vecinos y viandantes. Los niños, con el beneplácito de sus padres, hacen también de las suyas. Este año se han excedido en su travesura lanzando petardos sobre unas casetas de las obras del AVE en la que se guardaba material inflamable, la deflagración fue tal que los vecinos de Ciudad de Asís pensaron que podría tratarse de un atentado. El tráfico ferroviario tuvo que ser interrumpido durante dos horas. Afortunadamente no hubo que lamentar desgracias personales.

La noche del 24 al 25 —que no la de San Juan—, fueron quemados más de tres millones de euros en madera, plástico y cartón, en forma de artísticas figuras que conformaban 184 monumentos diseminados por toda la ciudad, además de las portadas de las barracas. Alicante arde por los cuatro costados, se forman cientos de columnas de humo negro irrespirable, tóxico, y quizá cancerígeno, contaminando, si cabe aún más, ese castigado aire que necesitamos para respirar. Parece un contrasentido que nos aconsejen no usar un ambientador, un mata mosquitos o una laca para el pelo por ser peligroso para la capa de ozono y que se pueda emitir al éter tal cantidad de humo y residuos contaminantes. Igualmente, parece otra incongruencia que amenacen a los consumidores con penalizaciones en el recibo de la luz por exceso de consumo, sobre todo cuando hay que encender la calefacción, y el Ayuntamiento pueda—con el dinero público—consumir millones de kilovatios en iluminar la ciudad en estas fiestas.

Se hace necesario un estudio riguroso y serio de las fiestas y adecuarlas a los tiempos modernos, sin renunciar a la tradición. Ambas cosas pueden ser compatibles si se trabaja en ello. Algunos propugnan el modelo sevillano, sacar la fiesta a un recinto fuera del casco urbano. Podría ser, en parte, una solución.

 

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Publicado en el diario INFORMACIÓN de fecha 18 de octubre de 2003

 

 

EL PESO DE LA ENSEÑANZA

 

 

Acaba de comenzar el curso escolar y con él la tortura de todos los niños y niñas de este país.

Da pena ver a las criaturas al ir y venir de los colegios transportando pesadas mochilas sobre sus tiernas y frágiles espaldas, algunos se echan sobre sus hombros 10, 15, y hasta más kilos de libros y material escolar que deben pasear durante largos trayectos varias veces al día.

No es de extrañar el fracaso escolar existente habida cuenta que los niños/as se levantan muy temprano, las caminatas que se dan, las horas de clase, los juegos en el recreo, los deberes en casa —a veces excesivos—, las actividades extraescolares que muchos practican, como deportes, informática, etcétera.

Pero de todos los problemas que atañen a los colegiales de hoy en día, merece especial atención el que afecta a su espalda y, en definitiva, a su salud.

Creo sinceramente que un niño/a de 10-12 años de edad, en pleno crecimiento, no debe llevar encima un peso como el que ahora mismo soportan. He escuchado en alguna tertulia radiofónica las posibles soluciones a este problema; algunas opiniones descabelladas, por ejemplo: disponer de dobles libros, para el colegio y para casa. Si los padres se las ven y se las desean para comprar el material y el equipo necesario cada primero de curso, figúrense si tienen que adquirir los libros por partida doble. Otra solución que daba, la mochila con ruedas. Esta modalidad ha fracasado porque los chicos/as de más de once o doce años son demasiado altos para manejar ese artilugio, sin contar con que en las escuelas hay escaleras y son difíciles de manejar. Lo más sensato que he escuchado es que los colegiales dispongan en los centros de una taquilla, cosa que estaría bien aunque el inconveniente estriba en que tendrían que llevarse el material a casa para hacer los deberes, por lo que su eficacia sería relativamente escasa. De cualquier manera no somos nosotros los encargados de encontrar las soluciones, la Administración debe ponerse manos a la obra y buscar la manera de aligerar la carga a nuestros escolares, aunque ello suponga una reducción en los ingresos económicos de algunos profesionales; todo encaminado a evitar que tengamos unas generaciones futuras con lesiones crónicas de espalda, con la infelicidad que eso supone y el absentismo laboral que puede llegar a generar el día de mañana.

No puedo menos que recordar mi niñez y lo afortunado que fui comparándola con la de ahora. Mi material escolar consistía en una enciclopedia que, a su vez, heredaba de mis hermanos mayores; contenía todas las materias necesarias para una formación básica: historia sagrada, lengua española, aritmética, geometría, geografía, historia de España, ciencias de la naturaleza, etcétera. Este libro, junto con un cuaderno de rayas, una regla, un estuche de madera o “plumier” conteniendo algunos lápices de colores, una pluma de palillero—de las de mojar en el tintero—, una goma de borrar, por una parte tinta y por la otra lapicero; todo ello en una cartera de mano donde también iba el inevitable bocadillo. Pertrechado con este reducido equipaje y con el buen hacer de los maestros de entonces, estábamos en condiciones de acometer la aventura diaria del aprendizaje.

A medio día iba a comer a casa, lo que también era un lujo, ahora los críos tienen que engullir el menú de catering, en algunos casos auténticos bodrios. Los jueves por la tarde no teníamos colegio y lo dedicábamos a jugar hasta entrada la noche, (canicas, peonza, marro, plau, píndola, fútbol, etc.) Y nada de farragosos deberes, ponían los justos y necesarios. También teníamos la ventaja de que cualquier duda que tuvieses, tus padres o hermanos mayores te las podían disipar, cosa que ahora no ocurre igual ya que cambian con tanta frecuencia los planes de enseñanza que lo que uno aprende no sirve para los que vienen detrás. ¡En fin! No es mi deseo ahondar en temas pedagógicos; lo que me induce a expresar esta reflexión no es otra que manifestar públicamente lo injusto de este sistema educativo que obliga a todos los niños y niñas de este país a soportar sobre sus espaldas el peso de la enseñanza.

 

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REFLEJOS DE UN ALCALDE

Por Antonio Colomina Riquelme

 

Publicado en el Diario INFORMACIÓN 8 de Julio de 2004

 

 

Menos de tres meses han bastado para que José Manuel Medina, alcalde de Orihuela, haya reaccionado dando respuesta, dentro de lo humanamente posible, al luctuoso hecho que conmocionó a toda la Vega Baja. El vil asesinato de la niña Shila Bigdely, cuando se dirigía, como todos los días, al colegio en la urbanización oriolana de Playa Flamenca. Acaba de inaugurar un parque en dicha urbanización con el nombre de la niña, y en el discurso del homenaje dijo: «Ya que la pobre niña no pudo disfrutar este parque, que sirva como homenaje a Shila para que, al mismo tiempo que lo disfrutan los demás, tengan un recuerdo de esa infancia que se truncó absurdamente». Es encomiable con la prontitud y diligencia que ha actuado el Consistorio oriolano y la rapidez de reflejos de su presidente el señor Medina en este asunto. Merece toda clase de elogios esta iniciativa. Lamentablemente, no se puede decir lo mismo de su homólogo en Alicante, el ínclito señor Luis Díaz Alperi. La ciudad, en mi opinión, debe un homenaje a uno de sus hijos muerto en acto de servicio en el desgraciado accidente del ya famoso «Yak-42» junto a 61 compañeros, todos militares, cuando regresaban de Afganistán tras prestar ayuda humanitaria en aquel país. El único alicantino que pereció fue el Capitán de Ingenieros, Manuel Gómez Ginerés, en plena juventud, un mes antes de ser padre por primera vez. Con un historial académico civil y militar como hay pocos, amante de su tierra, dejando el nombre de su Alicante en lo más alto allá donde estuvo, entregó abnegadamente su vida por los demás. El que les escribe, ya se pronunció en tal sentido el 19-08-03 en el diario Información y, además de hacer una semblanza de la figura del señor Gómez Ginerés, solicitaba con humildad al señor alcalde que se dedicara una calle para perpetuar la memoria de este capitán alicantino. Igualmente, alguna entidad cívica secundó esta petición. Es claro que, el alcalde de los alicantinos no es tan rápido de reflejos como su colega de Orihuela, habrá que darle más tiempo. También es posible que para él no sean suficientes los méritos del malogrado capitán Gómez Ginerés, como para dedicarle una de las miles de calles que tiene Alicante. Eso sí, sería distinto si Manuel Gómez Ginerés, en lugar de estar por esos países de Dios arrancando minas para salvar la vida de aquellas pobres gentes, hubiera estado en Alicante de político, con su barquito para salir al mar de vacaciones, entonces sí, se le podría haber concedido la Cruz del Mérito Naval. Creo sinceramente que, el señor Díaz, debe tomar buena nota del comportamiento político y humano del alcalde de Orihuela, que ha actuado con rapidez y buen hacer, siendo sensible ante la desgracia que segó la joven vida de Shila en su término municipal; dedicándole un parque y solidarizándose en el dolor de su familia. Así debe actuar un político ante la adversidad de sus conciudadanos, y no gobernando en actitud disciplente, comportándose como el avestruz, es decir, desoyendo a quien le vota y a quien le paga el sueldo.

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MALTRATO ENCUBIERTO

 

 

En cierta ocasión me preguntaron en una entrevista que cómo me inspiraba a la hora de escribir, respondí que no tenía nada más que salir a la calle, mezclarme entre la gente y observar muy atentamente lo que ocurre en mi alrededor.

El autobús es uno de los lugares preferidos por mí para saber, de primera mano, de qué forma se comporta la gente en el trato con los demás, es donde hablan sin ningún recato: enfermedades, trabajo, separaciones o divorcios, compra o venta de viviendas, vacaciones… Tampoco se restringen a la hora de conversar por el móvil y hablar de lo divino y de lo humano. Da igual quien se encuentre al lado escuchando, el autobús es el autobús.

Hoy he observado algo que me ha llamado poderosamente la atención, a mí y a todas las personas que nos encontrábamos en la parte trasera del vehículo. En una de las paradas del recorrido entra una señora de unos cuarenta años, rubia, alta, no mal parecida; con ella una niña preciosa de unos tres —quizá sin cumplir—, abriéndose paso por el pasillo central de entre la gente se introdujo en la parte trasera donde una joven, al verla con la niña pequeña le cedió el asiento, ella dirigiéndose a la niña le espetó:

¡Mira, te han dejado un asiento!, ¿qué se dice?

La niña respondió.

Gracias.

La madre se sentó y a la niña la puso en una de las plataformas que llevan los autobuses al lado de un cristal de ventanilla.

Al momento a voz en grito se dirigió la madre a la niña.

¡Mírame a la cara, mírame a la cara, espero que no vuelvas a hacer eso otra vez, ¿te has enterado? ¿Te has enterado?

La niña comienza a hacer sus pucheros y la madre inflexible se la aparta bruscamente de su lado cuando la niña desea acercarse a su regazo.

Al parecer, lo que había hecho mal la niña era que al cederle la joven el asiento quiso ella sentarse y la madre se ofendió. En realidad el asiento se lo cedieron por la niña, no por la madre.

Al momento, de un bolso saca la señora un regalo que le había hecho la pequeña en el Día de la Madre, casi seguro que el obsequio lo habría adquirido el padre o algún familiar ya que la niña, era evidente que no podía hacerlo con tan apenas tres años. Abre el papel de regalo y saca un abanico,  muy bonito por cierto. Dirigiéndose a la pequeña le dice.

Es muy bonito, un regalo muy bonito, dame un beso.

La niña le da un beso y le dice a la madre.

Mami, déjamelo un momentito que no lo he tocado.

La madre le responde envolviéndolo de nuevo e introduciéndolo en su bolso.

¡De eso nada, el regalo es mío, tú me lo has dado y no te lo dejo, para eso es el Día de la Madre y no de la hija!

La pequeña insiste lloriqueando, pero no consigue nada, la madre le sigue diciendo que no le deja el abanico y que le da lo mismo que llore hasta quedarse seca.

La niña, viendo la actitud tan injusta de su madre, entre sollozos le alzó la mano amenazante—gesto que hace porque se lo habrán hecho a ella más de una vez—. La provocadora madre la aparta de su lado con un manotazo y le soltó:

¡Mírame a los ojos, no te hablo más, hasta que no cambies tu actitud no te vuelvo a mirar, que no se te ocurra nunca más hacer lo que has hecho!

La niña se quedó en su rincón del autobús lloriqueando con la cabeza entre sus pequeñas manitas. La madre muy puesta en su sitio de “domadora” no la miraba. La chiquilla cuando llevaba un rato así se quiso acercar varias veces a su madre para reconciliarse con ella, mientras musitaba:

      —Si estoy callada, si estoy callada...

     Pero la madre con el dorso de la mano derecha se la quitaba de encima dándole empujones mientras le gritaba.

¡No te hablo, no te hablo!

Así llegué a mi parada y me apeé junto a otras personas que comentaban el comportamiento tan duro de la madre y el lenguaje que utilizaba hacia una hija tan pequeña que apenas sabía hablar.

Otros opinaron que con haberle dejado el abanico un momento se habría evitado toda esa polémica.

Hubo quién dijo que la niña no recibió una buena tanda de azotes porque iba mucha gente presenciando la escena, pero que la madre se desahogaría en cuanto estuviese a solas con ella.

Es una verdadera pena que haya madres tan provocadoras y que traten a sus hijos pequeñitos como si fueran adultos. Eso, en Román Paladino se llama, malos tratos.

 

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LA CONTAMINACIÓN ACÚSTICA, SIEMPRE PRESENTE

 

 

 

Que España es un país ruidoso no es ningún secreto. Al contrario de otros países centroeuropeos donde se cuida minuciosamente las formas y comportamientos para no molestar a los demás, aquí aún se creen algunos que la libertad consiste en hacer lo que les venga en gana, caiga quien caiga.

Sales a la calle y no es raro tropezarte con ese diente infernal que taladra el suelo por enésima vez. O esa moto con tubo de escape preparado para emitir todos los decibelios del mundo.

Y no hablemos de los vehículos de servicio público con esas exageradas sirenas. Si la finalidad es abrirse paso sobre los automóviles más cercanos, no sé por qué se tienen que escuchar a grandes distancias, aturdiendo a la gente allá por donde pasan.

Pero no descuidemos a los vecinos molestos, esos que estando en casa ponen la música a todo volumen sin pensar para nada en los enfermos, mayores, discapacitados, o, simplemente en las personas que desean permanecer legítimamente en su domicilio gozando de paz y sosiego. Y para colmo, puede ser que hasta tengan alguna mascota que te acabe de arreglar cuando ellos no están, con sus ladridos o haciendo el ‘lobito’.

Los usuarios de autobuses urbanos también conocen muy bien las molestias y los barullos que se tienen que aguantar: gente hablando a voz en grito por el “selular”, (con ‘s’), conductores que ponen la radio del autobús a su capricho, conversaciones entre conocidos que coinciden en el trayecto y se cuentan sus enfermedades y novedades familiares sin importarles nada quienes puedan escucharles…

Y para qué hablar de bares, cafeterías y restaurantes. Nunca he sido persona habitual de estos establecimientos, pero si tengo que entrar lo hago, eso sí, procurando salir lo antes posible. El motivo de mi aversión a estos locales es debido al bullicio que, generalmente, se produce dentro. Nunca falta alguien con ganas de llamar la atención comentando el último partido y dirigiendo una mirada de complicidad hacia quienes le rodean para que se sumen a la polémica. Todo aderezado con ruido de vajilla sobre el fregadero y el grito del camarero: “¡Pepe, marchando, una caña con pincho de tortilla!”. Cuando uno ya está harto de chillidos y decide marcharse a toda prisa de allí, pide la cuenta varias veces hasta que te hacen caso y, al final, el camarero se pone ceremoniosamente delante de la caja registradora, tras ponerse meditabundo y pulsar un montón de teclas como si de un logaritmo se tratara, por fin te suelta: “cinco con veinte caballero”. Y le pagas saliendo a toda prisa de aquél lugar.

Y el silencio ya no se guarda ni en las iglesias. Hace unos días asistí en mi parroquia a una misa de primera comunión. Había tal griterío que el sacerdote, desde el presbiterio, micrófono en mano, tuvo que pedir a todos los presentes que se comportaran, diciendo: “Por favor, silencio, estamos en la casa de Dios”. Aún así, le costó mucho apaciguar a aquellos “fieles”.

Claro que, algo hemos adelantado, recuerdo que en mi niñez en las tabernas había carteles muy visibles que decían: “Prohibido cantar flamenco”. Algunos taberneros más condescendientes y con sentido del humor cambiaban el texto por este otro: “Prohibido cantar… mal”. De cualquier manera, distamos todavía mucho de países como Alemania, Austria, Reino Unido… donde el silencio y el respeto a las normas establecidas son primordiales para los ciudadanos de aquellas naciones.

Creo no equivocarme si digo que todo viene como consecuencia de una deficiente formación. El sistema educativo de España deja mucho que desear. Atengámonos a las cifras de fracaso escolar, muy superior al de otros países de nuestro entorno. Los políticos no acaban de consensuar un plan de enseñanza duradero en el tiempo, cada gobierno quiere imponer su propio método, y ahí tenemos el resultado: escolares desmotivados, irrespetuosos con los profesores y faltos de unos valores imprescindibles para el correcto comportamiento humano.

 

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Antonio G. Colomina Riquelme (izquierda), posa con su gran amigo de siempre Manuel Roberto Leonís Ruiz

 

 

 

A MI GRAN AMIGO LEO (POETA)

 

 

 

Éramos tres amigos inseparables: tú, Pepe Céspedes y el que esto escribe. Tan inseparables que llegamos a formar un trío musical que denominamos «Orcelis». Aún no sé si por sacar nuestra vena ¿artística?, o por hacer más llevaderos los largos días del estío oriolano. Lo cierto es que no lo hacíamos del todo mal. Un día, Fray Víctor de Vinalesa escuchó casualmente una canción nuestra, grabada de forma burda en un cassette propiedad de nuestro común amigo Rodolfo, y quiso conocernos; desde entonces nuestros ensayos los realizábamos en el desaparecido convento de los Capuchinos bajo su dirección. Melodías que luego interpretábamos los sábados por la noche en Radio Orihuela. Los tres éramos conscientes que nuestro futuro no sería profe-sionalizar la canción, por ello, Céspedes se marchó a Barcelona a trabajar en Telefónica, tú a continuar los estudios en Alcoy, y yo a Madrid. Seguimos caminos, diferentes, pero como tú bien dices «nuestra amistad perdurará más allá de la distancia». Ahora has sacado a la luz tu última obra de poemas: «Vengo pastoreando lunas». Tu humildad se rebeló ante la presentadora a que relatase el currículum del autor (ya prolijo). Conozco también tu admiración y hasta veneración por nuestro coterráneo Miguel Hernández que, a mi entender, ha marcado tu estilo de escribir, y hasta me atrevería a decir tu personalidad. Tu libro «Vengo pastoreando lunas», dividido en tres partes esenciales: «Impronta de mis huellas», «De amor y vida y otros oníricos» y «Naturalezas y senti-mientos». Desvela tus angustias y problemas vitales así como la historia de tu existencia, tus sueños y tu perfil humano. Maravillosamente prologado por Maricel Ma-yor Marsán e ilustrado con los dibujos muy bien hechos por tu hija Ana. Es un libro para recrearse en él y meditarlo detenidamente. Manuel Roberto Leonís Ruiz, oriolano hasta los tuétanos, poeta, escritor, amigo entrañable, sirva esta columna como homenaje particular hacia tu persona y tu obra. Hoy, cuando escribo estas líneas que los católicos celebramos el Día del Buen Pastor, le pido a Él te ilumine para que sigas pastoreando lunas por muchos años para bien de las letras y gloria de tu pueblo y el mío. 

 

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Publicado en "La hoja de tu barrio" de Alicante, en diciembre de 2002

 

 

LA PARROQUIA DE LOS ÁNGELES DE ALICANTE, "VECINO DE HONOR"

 

 

Se acaba de celebrar el 50 aniversario (1952-2002), de la creación de la parroquia Ntra. Sra. De los Ángeles de Alicante. Como reza su lema: “Evocando su historia. Recordando a los que nos han dejado. Agradeciendo a todos los que han colaborado. Comprometiéndose, con la ayuda de Dios, a seguir como comunidad de fe al servicio de la barriada de Los Ángeles”.

Esta declaración de intenciones, hecha por los responsables de la parroquia, no puede ni debe ser ignorada por los vecinos de este popular barrio alicantino, y su máxima representación, la Asociación de Vecinos Los Ángeles-Altozano, tiene que responder ante tanta generosidad, y lo hace de la manera que sabe, rindiendo un sencillo, pero sincero homenaje de agradecimiento a su iglesia.

El pasado 27 de octubre, en la solemne misa de aniversario, celebrada y presidida por el Obispo de la Diócesis D. Victorio Oliver, como siempre, llegó con su homilía a los corazones de los fieles y, entre otras cosas, pronunció una frase que llamó poderosamente la atención de los feligreses: “Dios es un vecino del barrio de Los Ángeles, y tiene su casa con nombre de calle y número”.

Estas palabras, pronunciadas con la sencillez y cariño que caracteriza a D. Victorio, ha calado hondo en la Asociación de Vecinos y ésta, ha reaccionado como no podía ser de otra manera.

El día 9 de diciembre, la Asociación de Vecinos “Los Ángeles-Altozano”, reunida en Asamblea General Extraordinaria, aprobó por unanimidad, a propuesta de la Junta Directiva el nombramiento de SOCIO DE HONOR a su parroquia Ntra. Sra. De Los Ángeles, en el quincuagésimo aniversario de su fundación, en agradecimiento por los servicios prestados a los vecinos del barrio en el orden religioso, social y cultural. Este reconocimiento que los vecinos hacen a su parroquia, es un acto de justicia y la manera más sencilla que se ha encontrado de agradecerle en sus bodas de oro fundacionales tantos desvelos, tanta dedicación de sus párrocos y vicarios que pasaron por aquí. Tantos servicios prestados a la comunidad vecinal y, en definitiva, tanto bien derrochado a favor de los ciudadanos que residen en esta parte de Alicante.

El que esto les escribe, que ha sido testigo directo del devenir de esta parroquia durante los últimos 12 años, puede dar testimonio del progreso experimentado, sobre todo adecuando el templo a las necesidades modernas, actualizando sus instalaciones y dando un mejor servicio a sus feligreses.

D. Ángel, su actual párroco, hombre inquieto y trabajador, desde hace escasamente tres años que está al frente de la parroquia, ha sabido desde el primer momento darle un nuevo aspecto al templo, potenciando los recursos ya existentes y renovando aquello que ya estaba obsoleto. Ha realizado un gran esfuerzo para instalar nueva iluminación, decoración, sonido, ventilación y calefacción. Los vecinos no pueden ser insensibles al buen hacer de este sacerdote que, auxiliado por el vicario D. Isidoro y su eficiente sacristán, no han regateado esfuerzos para impulsar a la parroquia hasta el dignísimo lugar que ocupa dentro de la Diócesis de Orihuela-Alicante.

El día 17 de diciembre, la Junta Directiva de la Asociación de Vecinos, tuvo la satisfacción en un acto entrañable de su sede social, entregar el título de SOCIO DE HONOR, a la parroquia de Ntra. Sra. De Los Ángeles, en la persona de su párroco, asistió al acto el Obispo Auxiliar, el Delegado Episcopal de Enseñanza y párroco de Altozano, la presidenta de la Junta Municipal de Distrito nº 2, así como un gran número de vecinos. Se sirvió un vino de honor.

Dentro de medio siglo, la parroquia de Ntra. Sra. De Los Ángeles, celebrará (Dm), el centenario de su fundación, la mayoría de nosotros ya no estaremos aquí para verlo, pero desde donde nos encontremos celebraremos con júbilo ese aniversario.

 

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A VUELTAS CON GIBRALTAR

 

 

     Dicen que los bloques de hormigón que han lanzado los gibraltareños al mar son para perjudicar a los pescadores españoles. Es posible que quieran evitar que los marineros españoles faenen en nuestras aguas —que no de ellos—, pero en el trasfondo del asunto, dando por hecho un delito contra el medio ambiente, yo veo algo más.

      En primer lugar hay un detalle en lo que, al parecer, nadie ha reparado. La zona en la que han arrojado los 70 bloques de hormigón y hierro coincide con el final de la pista del aeropuerto. Yo recuerdo de mi estancia en La Línea de la Concepción, donde estuve destinado durante siete años, que por entonces los aviones comerciales para aterrizar y despegar se veían muy apurados por la poca longitud de la pista. Hoy que las aeronaves son de mayor envergadura, no es de extrañar  que los pilotos se quejen de las dificultades que tienen para maniobrar en un aeropuerto tan reducido, por lo que no resulta descabellado pensar que, en un futuro, aprovechando algún problema de índole político o social en España, vean la ocasión de ampliar la terminal.  (Hay que recordar que el actual aeropuerto lo construyeron los ingleses en la zona  neutral aprovechando la confusión que había durante la Guerra Civil española).

     También existe la posibilidad de que deseen independizarse de España en cuanto a las telecomunicaciones, extendiendo un cable submarino que vaya desde Gibraltar al Reino Unido, o a cualquier otro país que no sea el nuestro,  naturalmente invadiendo aguas españolas.

      De cualquier manera, tanto el Gobierno de España como toda la oposición, deben de permanecer unidos, sin fisuras, a la hora de defender los intereses españoles. Algunos, que no se distinguen precisamente por su patriotismo, han lanzado el bulo de que todo este conflicto es obra de Rajoy para tapar el caso Bárcenas, despertando en la ciudadanía un sentimiento patriótico.  Eso es una vileza. El presidente no puede crear un problema internacional para ocultar algo que es del dominio público. Por otra parte, ya ha dado sus explicaciones al respecto en Las Cortes, explicaciones que nos podrán gustar más o menos, pero las ha dado. Ahora hay que dejar trabajar a la justicia que ya hablará en su momento. En cuanto a si este caso despierta o no un efecto patriótico, eso a mi juicio no es malo. Tanto que gustan en nuestro país las costumbres norteamericanas deberíamos aprender de ellos el amor que sienten por el ‘Tío Sam’, (nación y bandera).

     Al parecer, el ministro Margallo quiere imponer un canon a los que transiten desde La Línea a Gibraltar y viceversa. Los trabajadores españoles, británicos o de cualquier nacionalidad quedarían exentos de pago. Creo que nuestro ministro de Exteriores ha pecado de incauto proclamando a los cuatro vientos esta medida. Ya se ha pronunciado al respecto la Comunidad Europea manifestando la ilegalidad de dicha tasa. En mi opinión, se puede hacer lo mismo de otra manera. Desde la extinguida aduana de La Línea hasta la verja de Gibraltar hay aproximadamente un kilómetro de carretera. Se puede convertir en autopista de peaje y cobrar un canon especial por su utilización. Naturalmente haciendo una acera o pasillo para peatones que podría utilizarse gratuitamente. ¿Acaso no abonamos un canon nosotros cuando entramos en una autopista?... La inmensa mayoría que visita Gibraltar con sus vehículos lo hacen para repostar gasolina —mucho más económica que en España por estar libre de impuestos—, hacer compras, evadir capitales o traficar con tabaco o artículos que luego pueden revender en nuestro país obteniendo pingües beneficios. Por ello es lógico que paguen una tasa, no por entrar o salir de Gibraltar, sino por la utilización de la autopista. Si encima esa recaudación revierte en un sector español tan castigado como es la pesca, miel sobre hojuelas.  

   Volviendo a la  soberanía de Gibraltar, no está de más recordarles a los ingleses, gibraltareños, y a algunos españoles que se empeñan en justificar todas las tropelías que hacen en la roca, el artículo décimo del Tratado de Utrech:

      "España cede la ciudad y castillos de Gibraltar, juntamente con su puerto, defensas y fortalezas que le pertenecen, sin jurisdicción alguna territorial y sin comunicación alguna abierta con el país circunvecino por parte de tierra".

     Esto es,  el Reino Unido carece en Gibraltar de aguas jurisdiccionales ni de territorio alguno  y,  si  España lo cree necesario,  no solo puede pasar los controles por tierra que crea conveniente, sino que, legalmente, puede impedir cualquier comunicación vía terrestre entre La Línea de la Concepción y Gibraltar, o viceversa. Si por ejercer nuestro Gobierno sus derechos creen que nos pueden intimidar los ingleses con sus barquitos, van equivocados. España ya no es aquel país aislado y desvalido de antaño, ahora pertenecemos a los mismos organismos internacionales que los británicos, con los mismos derechos y obligaciones. Amenazas ni una, por favor.

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CARLOS FENOLL Y LA CALLE DEL HORNO

 

A mi buen amigo Ramón Fernández ‘Palmeral’

 

 

PIE DE FOTO:

Esta fotografía está tomada en la Explanada de Alicante en 1944.

Con el nº 1 Ascensión Ávila, esposa de Carlos Fenoll. Con el nº 2

Antoñito, hijo mayor de Carlos y Ascensión. Con el nº 3 Antonio

Colomina Riquelme, autor de este artículo.

(Foto colección de A. Colomina)

 

Cuando mis amigos, estudiosos hernandianos, se han enterado que fui en mi niñez vecino de Carlos Fenoll, todos me han animado a escribir algún artículo en este año del Centenario sobre mis recuerdos del que fuera entrañable amigo de Miguel Hernández y de Ramón Sijé, y compañero de ambos en las tertulias literarias de la tahona.

Efectivamente, el que esto les escribe, nació en la oriolana calle de Triana, pero con tan sólo dos años de edad nos mudamos a la calle del Horno de la Subida a San Miguel (ése era su nombre completo), allí permanecí hasta mi marcha a Madrid.

La calle del Horno comenzaba donde terminaba la plaza Caturla, estaba compuesta de dos hileras de casas unifamiliares, tan pegadas unas de otras que todos vivíamos casi en comunidad. Mi casa, al final de la calle, era la que servía de nexo entre las dos filas, siendo la de más altura y la única que tenía fachada orientada hacia la plaza Caturla. En dirección ascendente, a la izquierda comenzaba la calle con la taberna y vivienda de Teresa “La Chalá”, siempre abarrotada de albañiles y estibadores de La Lonja que almorzaban o cenaban en sus mesas el típico plato de habas hervidas acompañado del Jumilla. A continuación había un almacén cuyo propietario era un comerciante muy conocido por el sobrenombre de “Jeromo el del Puente”. Seguía una casa donde vivía José María Parra—sargento de Marina en la Base Naval de Cartagena— con su esposa Almudena García y sus hijos. En la parte de arriba residía Antonio “El Peladilla” con su esposa Josefa y sus hijos. Al lado tenía su vivienda Carlos Fenoll con su familia. Seguía la vivienda de Paco García, conocido popularmente por “El señorito Paco”, y su numerosa familia, los que peinan canas puede que lo recuerden por su indumentaria, siempre vestía con capa, sombrero y portaba un bastón. Hombre culto y meticuloso, su afición era tocar la guitarra en la intimidad, aunque nunca llegó a dominar este instrumento musical.

Dando la vuelta hacia la izquierda se encontraba la casa y obrador de la confitería Sevilla. Seguidamente la vivienda de Gabriel y Carmen, cuyo hijo era Pepe Tormo “El Chepaíco”, este hombre fue entrenador de juveniles, era muy buena persona, gustaba de organizar procesiones para los chiquillos, falleció muy joven en su casa, en la agonía, lo último que exclamó fue: “¡Viva María Auxiliadora!”

En la otra fila, subiendo a la derecha, en primer lugar estaba la casa de mi tía Concha, vivía con su marido y una numerosa prole, uno de sus hijos (Bienvenido López Riquelme), fue famoso jugador de fútbol, llegando a militar en primera división, siendo medio volante y defensa del Sevilla en los años 50, vistió las camiseta internacional sub 21. La vivienda contigua era la de mi prima Antonia, vivía con su marido Ramón “El Rondollo” y sus dos hijos: “Ramonico” y Conchita. El primero fue un gran jugador de fútbol que formó parte de la plantilla del Hércules, le quiso fichar el Atlético de Madrid, pero en el reconocimiento médico le detectaron una lesión cardíaca que frustró su carrera deportiva. Justo al lado vivía una familia de apellido Rada, creo recordar que eran oriundos de La Romana y fueron a parar a Orihuela por motivos laborales. Pegado a ellos y frente a la de Carlos Fenoll, vivía Rafael y su esposa Asunción, él era albañil y ella vendía plátanos en la calle del Río, sus hijos Rafael, Pepe y Margarita. Un poco más arriba tenía su domicilio Nicolás “El Barquillero”, este hombre en sus ratos de ocio tocaba la flauta con la nariz, su oficio era “menaor”, fabricaba sogas y cuerdas de cáñamo con “la mena” en la Cuesta de San Miguel por donde tenía salida su vivienda, su esposa Dolores, también vendía plátanos en el mercado. Dividiendo la calle, mi casa y la de Pedro Albarracín, conocido en toda la ciudad por “El Pipiripipi”, su esposa Carmen y sus hijos Teresa, Manuel, Fina y Carmina. Por entonces vivían de la dulcería que ellos mismos elaboraban.

La convivencia entre los vecinos era muy familiar, por las noches del duro verano las mujeres rociaban la calle y sacaban las mesas y sillas a la puerta para cenar “al fresco”, era el veraneo de los trabajadores, ninguna familia de aquella calle se podía permitir unas vacaciones lejos de su hogar. Pero centrándonos un poco más en el personaje que hoy nos ocupa, mi vecino de entonces Carlos Fenoll Felices, entre su casa y la mía sólo había una en medio, la del “Señorito Paco”. Él, como panadero trabajaba de noche, por el día estaba casi siempre en su casa, solía descansar en su puerta sentado en una silla baja de anea, se la ponía de lado apoyando su brazo derecho sobre el respaldo, siempre salía en verano vistiendo un pantalón bastante ancho para su fino talle y una camiseta blanca de tirantes, de las llamadas entonces de “sport”. Era un hombre extrovertido, dicharachero, buena persona, gustaba de contarnos cuentos a los chiquillos, nos recitaba poemas y cuando se sentaba en su puerta todos los críos andábamos siempre cerca de él para que nos relatara sus escarceos taurinos: “Que si le di una manoletina, que si tenía unos cuernos como un perchero...”. Sus hijos, Antoñito y Carlines, eran mis compañeros de juegos infantiles, jugábamos a las bolas (canicas) utilizando los hoyos que había en la calle que todavía su pavimento era de tierra. Cuando nos daba sed, entrábamos en su casa—las puertas de estas viviendas siempre permanecían por el día abiertas— y, sin más, nos dirigíamos a una tinaja de agua que había cerca de la cocina, y con el beneplácito de su amable esposa Ascensión, sacábamos con un cazo metálico el agua y tras ponerla en un vaso nos saciábamos —el agua potable la servían por entonces los aguadores a domicilio—. Ascensión Ávila, esposa de Carlos, era una mujer muy atractiva, yo en mi corta estatura la veía alta, se recogía su negro pelo sobre la nuca con un moño, de finos modales, vestía siempre elegantemente, mi madre y ella congeniaron mucho y llegaron a ser muy buenas amigas.

Carlos Fenoll pasaba gran parte de su tiempo leyendo o escribiendo sobre su mesa de comedor, era su gran pasión, pero también le gustaba el flamenco. Recuerdo que una calurosa tarde se encontraba “El señorito Paco” afinando su guitarra y Carlos, cansado de oírle tocar las cuerdas como si las mimara le soltó: “¡Paco, no temple más la guitarra y arránquese con un buen fandango!”. El pobre Paco no pudo hacerlo ya que apenas sabía interpretar algunos compases.

Carlos Fenoll era muy participativo, en aquella época las calles de Orihuela celebraban la Cruz de Mayo, se adornaban con ramaje de álamos, flores, banderitas y cadenetas, se ponían en los balcones cobertores y bombillas. La familia Fenoll colaboraba en todo ello como la que más.

La marcha hacia Barcelona de Carlos Fenoll y su familia, hecho que ocurrió—según un escrito de Leonís— en 1951, hizo que en aquella entrañable calle se notara el vacío que habían dejado. En la casa que había vivido se instaló una chica llamada Conchita que trabajaba cosiendo en su domicilio para algunas sastrerías de la ciudad. Su ausencia, la de su esposa y sus hijos, dejaron un poco huérfana a la calle del Horno.

Antonio G. Colomina Riquelme

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Publicado en el diario INFORMACIÒN el 16-12-2022

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FELIZ NAVIDAD, A PESAR DE TODO

 

 

Feliz Navidad, a pesar de todo

 

El señor Sánchez gobernará hasta el fin de la legislatura, aunque tenga que poner a España a los pies de los caballos

 

 

Un año más, a pesar de la crisis, el paro, los avatares políticos, las corruptelas, y todas las adversidades que atañen a esta sociedad, llegará el 25 de diciembre y todo el mundo, en mayor o menor medida, celebrará la Navidad. Las conciencias se removerán y habrá gente que quiera lavarla con alguna obra caritativa puntual con el fin de que no se le indigesten las ostras, el caviar iraní y el champán francés. Otros se las verán y desearán para poder pasar las fiestas sin morir en el intento. Los colegios y guarderías permanecerán cerrados a cal y canto y los padres tendrán que hacer encaje de bolillos para ver dónde colocan a sus pequeños mientras ellos realizan su jornada laboral. Estos días muchos abuelos tendrán que compatibilizar su lumbago con el cuidado de sus nietos.

Este año la tradicional cena familiar de Nochebuena se presenta algo más “conflictiva” que otros, a los ya habituales ‘roces’ entre hermanos, cuñados y niños, con las típicas miraditas, risitas y sarcásticas frases que van subiendo de tono a medida que el Rioja va haciendo de las suyas, se sumarán las opiniones sobre el gobierno de ¿coalición?

Los partidarios del señor Sánchez estarán pletóricos de satisfacción —como, por otra parte, es natural—. Los de la oposición atacarán, como también es natural. Ambos adeptos no deben preocuparse demasiado. El señor Sánchez gobernará hasta el fin de la legislatura, aunque tenga que poner a España a los pies de los caballos, y cuando llegue la hora de su relevo disfrutará de un dorado retiro, como todos sus predecesores. Cuando sea relevado, si esto llega algún día, que no tenga nadie cuidado alguno, no formará cola en las dependencias del INEM; a buen seguro que tiene preparado su sillón en el Consejo de Estado, ese lugar que es el ‘limbo’ político, donde se permanece en un estado de ingravidez perpetua. Si le preguntásemos a cualquier español qué cometido tiene un consejero de Estado, quienes forman ese consejo, y qué emolumentos percibe cada uno de sus componentes, seguro que nadie respondería ni una sola palabra. Es el lugar ideal para vivir bien sin que nadie te moleste.

En cuanto al lugar donde residirá el ínclito Sr. Sánchez cuando tenga que abandonar el palacio de la Moncloa, que tampoco se compadezca nadie, como ha defendido tanto la alianza de las civilizaciones, al parecer, se marcha a vivir a un barrio de inmigrantes, para eso es socialista, para dar ejemplo y vivir junto a los extranjeros sin despeinarse.

Pero tampoco quiero cargar las tintas contra los líderes políticos, al lado de ellos también existen “aves carroñeras” que hacen de la política una profesión muy lucrativa permaneciendo en ella hasta el infinito y más allá, solo tienen que adular al jefe de turno y así vivir opíparamente el resto de sus días.

Como reza el título de este modesto artículo: Feliz Navidad, a pesar de todo. Que la pasemos todos los mejor posible y nos acordemos un poco de aquel Niño que nació en un establo de Belén para cambiar un mundo que, el hombre, se resiste egoístamente a cambiar.

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ALGUNOS ARTÍCULOS PUBLICADOS EN EL DIARIO INFORMACIÓN
 
 
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